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La aniquilación del enemigo como táctica inaceptable

sábado, 05 de marzo de 2016
Durante décadas el mundo vivió al borde del colapso nuclear. Las dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, acumulaban por separado suficiente arsenal destructivo como para volar por los aires este planeta y borrar de la faz de la tierra al ser humano. Se entiende que hoy día siguen teniendo esa capacidad aunque no parece que haya la misma tensión política que amenace con pulsar “el botón rojo”. Esa posibilidad de aniquilación mutua total generó lo que se llamaba la “política de disuasión”, es decir, que como la respuesta del otro sería tan terrible que no dejaría lugar a la supervivencia propia el efecto era que ninguno se iba a atrever a disparar primero. Al menos esa era la teoría.

Estos días asistimos, algunos desde la barrera, a prácticas más que discutibles en la guerra, ya abierta y sin cuartel, entre las dos listas que pugnan por hacerse con el control del PP de la provincia de Lugo. En principio sorprende un poco porque aparentemente una de las dos contendientes, en este caso Raquel Arias, parece que tiene menos posibilidades de ganar la presidencia (a pesar de que me cuesta reconocerlo ya que es mi apuesta), con lo que los partidarios de Elena deberían estar relajados, pero parece que no lo están tanto.

Según cuentan las malas lenguas se está intentando lograr que Raquel ni siquiera pueda llegar al Congreso, lo que es más sencillo de lo que parece. Verán la cosa funciona así en esta absurda carrera de obstáculos: de los setecientos y pico compromisarios cada candidatura tiene que presentar otra vez un número mínimo de avales para poder llegar a la votación. 155 me parece que son. Raquel ya los presentó, mientras Elena lo hará en breve (si no lo hizo ya y no me he enterado, que es posible) y habla de que tiene unos 600.

Pero no es tan sencillo: si una persona avala a las dos listas ambos avales se anulan, con lo que si una de las 155 firmas de los apoyos de Raquel se repite en los avales de Elena se anularían ambos. Para Candia sería algo irrelevante, ya que dice contar con un amplio margen que seguro que es cierto, pero para Raquel supondría no poder presentar su candidatura en el Congreso. Pues ahí radica la cosa. Según cuentan por ahí (con la prudencia que hay que tener en estos casos) personas del entorno de Elena están presionando a avalistas de Raquel para que también firmen por la otra candidata y así poder anular sus avales y sacar de la carretera a Arias antes del domingo, no sea que dé la sorpresa y gane.

Esto, que de ser cierto me parece una maniobra indigna, plantea varias cuestiones de mucho calado. La primera es que si están tan convencidos de la victoria, ¿a qué viene tomarse tantas molestias para lograr la absoluta y total destrucción del adversario? ¿No les llega con “ganar” que tienen que aniquilar a la otra opción? ¿Necesitan de verdad ser la única e incondicional verdad? ¿Que la otra opción no pueda ni hablar siquiera en el Congreso?

Me tomé la libertad de plantear a la candidatura de Elena Candia esta preocupación y me aseguran que ella no tiene noticia de tal cosa y que de tenerla no lo permitiría. Puede ser cierto, no se lo niego y no tengo por qué poner en duda su palabra porque siempre ha sido una persona correcta y cumplidora conmigo, pero ahí es donde entra en juego lo que les contaba ayer de los apoyos envenenados. Si realmente es cierto que hay personas haciendo estas cosas ¿qué grado de responsabilidad tiene la candidata? Si no sabe nada, probablemente ninguno. Si no sabe nada.

Un anónimo comentaba en mi artículo de ayer que tanto Raquel Arias como personas de su equipo están llamando a los “compromisarios de Elena” para pedirles que “cambien de bando” y que eso es gravísimo, que es lo mismo y que aplico una doble vara de medir.

Aunque intento ser objetivo, es obvio que uno siempre ve con mejores ojos lo que hace su "preferido" ("preferida" en este caso) pero me parece que no es subjetividad decir que no me parece nada grave, dependiendo únicamente del tono de la llamada. Si es simplemente para explicarles cómo ven las cosas y lo que quieren hacer y pedir su apoyo no lo veo mal, porque estamos hablando de persuadir con argumentos a compromisarios que tienen libertad de voto que, además, es secreto. Quizás esto último sea a lo que realmente algunos tienen tanto miedo.


También hay rumores en sentido contrario pero parece que menos cargados de bombo, como simple reacción en plan "y tú más". Si todo lo que se cuenta es cierto, si realmente está habiendo presiones y llamadas en que incluso se dice que se mencionan amenazas veladas sobre puestos de trabajo, es algo a analizar. Más cuando todo se hace para intentar acabar con una candidatura que a priori tiene las de perder.

Quizás sea porque tienen un temor no infundado de que cuando los compromisarios se enfrenten a su conciencia y tengan que votar de forma secreta por una u otra candidata se decanten por aquella que no le prometió un puesto a nadie ni intentó comprar a los cargos con ofrendas de más cargos, que es lo que ha parecido con la táctica de "fulano me apoya y entrará en mi ejecutiva".

Es una posibilidad poco realista, incluso puede parecer candidez creer que haya la opción de que la gente reflexione para votar contra todo el poder del aparato del Partido, y más inocente es cuando canta mucho que lo quieres ver para quien quieres que gane (yo sigo raquelista, ya saben), pero parece que la mera existencia de esa remota contingencia asusta a algunos tanto que prefieren intentar cargarse cualquier atisbo de derrota incluso antes de llegar al día 6.

No comprendo esa absurda costumbre de ver solo ventajas en la opción preferida y desventajas en la contraria. Esto incluso me costó una agria discusión con un amigo al que aprecio y que también cayó en la machacona tendencia de destruir al adversario, al que vapuleaba sin dejar ninguna posibilidad de nobleza por su parte, cosa que no comprendo.

Detecto un odio entre “bandos” que no comparto. Que yo crea más en Raquel que en Elena se basa en que la conozco más, y en que Candia se autodenomina continuista en un partido del que me marché y, por tanto, creo que ha de cambiar. También influye que mi experiencia en la Xunta desde que llegó Raquel es muy positiva: han cambiado muchas cosas para bien, y eso me gusta. Pero eso no quiere decir que para mí Elena sea malvada y retorcida ni mucho menos, si les digo la verdad le tengo aprecio, y no se trata de “nadar y guardar la ropa” porque he sido abiertamente partidario de Raquel desde el minuto 1. Solo es que creo que no se trata de “buenos y malos”, aunque sí es cierto que haya gente que considero “mala” que apoya a Candia, pero también hay “malos” que apoyan a Raquel. La cuestión viene más de en quién se apoyarán ellas a partir del día 7, y lamentablemente Candia ya ha metido a gente muy tóxica en su propuesta de ejecutiva. Y encima tiene detrás a Jesús Vázquez, que es para hacérselo mirar.

La política de destrucción total aplicada, sobre todo más en estos días, presuntamente por gente que apoya a Elena me preocupa, porque nada les impedirá seguir usándola después del día 6. Supongo que algún anónimo escribirá ahora “lo de Raquel también lo hacen”, pero creo que hay cosas que hay que decir dando la cara. Lo otro es muy sencillo.

El domingo los compromisarios votarán y solo deberán obedecer a sus convicciones y su conciencia. Si yo tuviera que recomendarles algo, les diría que se imaginen al PP de Lugo dentro de un año con una y otra Presidencia y que elijan la que creen que les gustaría más. Todo lo demás son tácticas, algunas de ellas inaceptables. No todo debería valer.

¡Suerte en vuestra elección, muchos estamos pendientes de ella!
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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