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El 016

jueves, 03 de marzo de 2016
Tristemente, suma y sigue. Se habla de pactos de Estado. Un gran Pacto de Estado. ¿Esto llevaría a ponen un guardia a cada maltratad que hubiese denunciado? La medidas actuales no parece que den un resultado satisfactorio. Lo desanimante es que la mayoría de víctimas, y víctimas mortales lo habían denunciado y se habrían tomado las medidas oportunas, es de suponer.

Un pacto de libertades para aprender, que no se sabe, donde termina mi libertad y comienza la del otro. Saber distinguir entre libertad y libertinaje. Controlar el lenguaje, que si puede ser violencia en la convivencia, a veces verborrea indigna, y una escuela es Internet y todo lo que lleva aparejado. Saber respetar, respeto a todos y por todos. En una palabra, educar.

Y la educación comienza en la familia; el hogar es la meor escuela para educar y educarse. Respeto y libertad van al unísono, y ese respeto se trasladará a la escuela. Allí, si la enseñanza es de ambos sexos (o géneros), de chicos y chicas, la educación tiene un plus de dificultad.

Somos diferentes, no lo digo yo que ya he luchado lo mío por hacerlo ver y saber, y la educación es distinta, por la maduración de la personalidad que es distinta a todas luces. El impulso machista debe ser conducido hacia la protección y no a la imposición. Que la razón tenga hegemonía sobre la fuerza. La educación hacia la delicadeza y no a la grosería y el mal gusto y la chabacanería.

Sicológicamente son diferentes, hombres y mujeres, llamados normalmente a convivir en una sociedad exigente y que ellos serán los que la conformrán. Ahí está nuestra responsabilidad.
Hernández, Alfredo
Hernández, Alfredo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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