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Fiesta Nacional

jueves, 15 de octubre de 2015
He vivido catorce años en Italia ‎y tres en México y he vibrado con el patriotismo de italianos y mexicanos e incorporado de nuevo a España nunca he entendido ni compartido la frialdad de mis compatriotas. Es verdad que Unamuno ha definido a los españoles en el "yo contra" y que el anarquismo ha impregnado el alma de las grandes multitudes, que aborrecen de la autoridad, "Ni Dios Ni Rey", que odian la propiedad privada y abrazan entusiasmadas las consignas de "Tierra y Libertad" y Fiesta Nacionalque paradojicamente se arrastran y se dejan fascinar por la ideología de género y el revanchismo de la Memoria Histórica y sin saberlo tienen hambre de totalitarismo como demuestran los nacionalistas con sus himnos y sus marchas y su amor por los líderes carismáticos, son la nueva caverna, aunque se creen progresistas. En un laberinto español en que impera el esperpento, los anti todo se defienden acusando de forma estrafalaria. Apuestan por el feismo. Frente a los canones de estética oponen la vulgaridad, la zafiedad, el monigotismo. Frente a la Religion oponen el escarnio. Hablar de moral es una broma. No se trata de una exaltación del Dios Pan, sino una grosera visión del Sodoma y Gomorra de Passolini. La eliminación de los débiles de feliz recordación nazi planea en proyectos descabellados de eutanasia y en residencias repletas de ancianos, que elevan el egoísmo de los sanos y fuertes a las leyes. Sólo el deporte ha sabido aglutinar a un patriotismo "de la roja" y sobre todo la lengua, que hace que quinientos millones puedan expresarse en el idioma de Cervantes. Don Quijote, Don Juan y la Celestina eran para la generación del 98 el símbolo de España y de los españoles, a lo habría que añadir "El buscon" espejo de la corrupción y "El lazarillo de Tormes" que retrata la vida de los muchos Dickens de la piel de toro. Raíces comunes literarias nos sobran, pero nos faltan símbolos compartidos. En un país tan colorista y cromatico. Tal vez está tremenda diversidad sea nuestra gran bandera. Esta colección de locos desquiciados, de estafadores con y sin pedigri, de mentirosos compulsivos, de soñadores perezosos, de místicos trágicos, de caballeros sin tacha y de damas abnegadas, de insatisfechos profesionales, de rebeldes con y sin causa. Es pasión y fuego, que fraguan y forjan la contradicción que es el alma de un país sin par, que es España.
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


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