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D. Manuel María Nuñez Saavedra

miércoles, 07 de junio de 2006
D. Manuel Mara Nuez Saavedra D. Manuel María Núñez Saavedra nació en la casa paterna de Villarín el uno de abril de 1834, entonces feligresía de San Juan de Torés y actual Sta. Lucía de Alence, en él termino municipal de As Nogais; era hijo de D. Manuel Núñez Valcarce, también natural de Villarín y de Dª María Díaz Seijas, natural de Sta. Eulalia de Marid, ayuntamiento de Guitiriz. Nieto por línea paterna de Ramón Núñez y de María Valcarce, vecinos de Villarín, y por línea materna de Francisco Díaz Saavedra y de Dª María Seijas, vecinos entonces de Torés, aunque oriundos de Guitiriz.
Del linaje de los Núñez, de Pando, han salido ilustrados sacerdotes, como lo han sido D. Juan Núñez, cura de san Esteban de Larín, en el Arzobispado de Santiago; D. Manuel Núñez Valcarce, hermano del anterior, cura párroco de san Cosme de Nullán; D. Juan Núñez Blanco, abogado, hijo de D. Pedro Núñez de Valcarce y Arrojo y de María Manuela Rodríguez Blanco, él dueño de la casa Grande de Pando y hermano de D. Manuel Casemiro Núñez Blanco Valcarce, que sucedió en la casa de Pando e hizo importantes compras de tierras para dicho patrimonio. D. Manuel María Núñez de Valcarce, hijo D. Ramón Núñez Valcarce y Arrojo, y de Dª María Díaz y Seixas, fue sacerdote, figurando en 1812 como Capitán de la Primitiva Compañía de Seguridad de la Provincia de Lugo.
D. Manuel Núñez Saavedra, siguiendo la tradición familiar, ingresó como seminarista en el Colegio de San Lorenzo de la ciudad de Lugo, donde cursó la mayor parte de los estudios eclesiásticos, pero sin llegar a ordenarse sacerdote; habiendo sobre este particular varias versiones, una de ellas dice que fue posiblemente debido “a un accidente sufrido en una querella el día de la fiesta de Lamas, quedando medio inútil de la mano derecha”, ello es posible, aunque no cuadra su gran afición a la caza y sus posteriores actuaciones como destacado jefe de una importante facción carlista, si estaba medio o casi totalmente inútil de la mano derecha. Otra versión, que posiblemente sea la más fiable, viene a decir que un tío suyo, D. Domingo Núñez, entonces párroco de san Cosme de Nullán, “le infunde las ideas carlistas y le encauza por la carrera eclesiástica”.
A juzgar por las pocas fotografías que del mismo se conservan, y por los datos aportados por el abogado Alberto Blas Ferreiro, que sobre nuestro personaje y el centenario de la tercera guerra Carlista, realizó un amplio estudio, que fue publicado en el diario “El Progreso” de Lugo, los días 13,15,18,22,26 y 27 de abril de 1972, el cual nos sirve de base pare estos datos biográficos; era don Manuel un hombre corpulento, rubio, de barba larga pero bien cuidada, sobrio, tenaz, insobornable, buen cazador, con estima sagrada del honor y las cualidades del caballero español.
La confusión política en la que se ve sumergida la corona, agravado ello con las grandes revueltas que constantemente había en las ya muy escasas colonias, fue un caldo de cultivo ideal para que en nuestro país las dos ramas borbónicas se enfrentaran abiertamente con la finalidad de conseguir la corona y poder regir los destinos del país. Los isabelinos, de procedencia liberal, extranjerizante, y los carlistas, de férrea tendencia conservadora, que es muy bien acogida por la mayor parte del clero de la zona rural gallega y de vascongadas, donde destacan mucho los llamados “curas guerrilleros o curas carlistas”.
En las Vascongadas, la lucha resulta una verdadera guerra civil, perfectamente organizada, donde los isabelinos dominan los núcleos de mayor población, principalmente las ciudades, mientras los carlistas tenían grandes simpatías y dominaban las pequeñas villas, los pueblos y caseríos.
En nuestra región, el tema defiere bastante de unas zonas a otras, y los carlistas se organizan en grupos de guerrilleros, que según la documentación de la época “bagan por las aldeas”, en la mayor parte de los casos los éxitos y el fracaso de cada uno de los grupos de guerrilleros eran el resultado de la pericia, la táctica de cada uno de los cabecillas. De un relato de sus actuaciones, lo dice casi todo este fragmento: “...luchan como verdaderos salteadores contra las fuerzas isabelinas para producir un estado social de inseguridad, de alarma popular, prófugos al servicio militar, y recaudan fondos para sostener la lucha...”. Tales actuaciones obligaron al Capitán General de las fuerzas gubernamentales de Galicia a declarar el estado de guerra en la región el día primero de enero de 1874.
De este los cabecillas de las facciones carlistas en nuestra provincia, destacan D. Manuel Núñez Saavedra, que logra tener bajo sus ordenes una facción de unos doscientos cincuenta hombres, bastante bien armados y alguna caballería; José Ostendi, que realizó sus escaramuzas en la parte derecha del Miño, zona de Monforte, Quiroga, Sarria; era el cabecilla de un grupo de unos ciento cincuenta hombres; Ramiro Pérez Fiero; Javier Arias Mourente, natural de la feligresía de san Cristobo de Novelua, municipio de Monterroso, y Manuel Pardo, natural de Vilar de Donas. Todos ellos habían comenzado a organizar sus cuadrillas entre los años 1867 a 1872, contando en la mayor parte de los casos con el apoyo de la clase fidalga y con la de los curas de la zona rural, principalmente de A Fonsagrada, donde más de un sacerdote destacó por sus amplias actuaciones de dicha contienda.
D. Manuel Núñez Saavedra, logra organizar y capitanear un grupo de guerrilleros de unos doscientos cincuenta hombres, bastante bien disciplinados, con bastante armam-ento y alguna caballería; su zona preferente de actuación la margen izquierda del río Miño, teniendo por norma pelear fuera de la ley y contra las fuerzas gubernamentales, especialmente contra el Batallón de Murcia, de guarnición de Lugo, que, ayudado por guardias civiles y carabineros, lo perseguían, pero también contaba con el apoyo de cie-rtas autoridades locales, que veían con buenos ojos sus actuaciones. Fue nombrado jefe de su grupo en 1872, año en que toma contacto con importantes dirigentes de la causa carlista, luego surgen las primeras actuaciones contra intereses estatales, así el 25 de febrero de 1873, en la propia villa de Becerreá fue interceptado el coche correo de la línea Madrid Lugo, apoderándose de todo aquello que tenía valor económico y les pudiera proporcionar alguna información, además de hacerse para el servicio de la partida con las caballerías que tiraban de la diligencia, dicho coche correo venía custodiado por un agente del Banco de España. El día tres de mayo del mismo año se recibe en el despacho del gobernador civil una comunicación telegráfica del alcalde de As Nogais, dando cuenta que la partida del Núñez fue batida por las columnas del ejercito gubernamental en la zona de Pando al campo de O Furco, siendo cogido un prisionero, cartas, una carabina, sacos de pólvora, cartuchos metálicos y más de sesenta y seis raciones de pan; mencionándose además “...que reina completo desaliento entre los carlistas y que la partida del titulado Comandante Núñez Saavedra ha sido diseminada, corriéndose la voz de que sus partidarios lo mataron...”, pues ello no era cierto, ni tampoco reinaba el desaliento, pues el día 15 de mayo del mismo año, un grupo de veinte o veintidós carlistas, salen al encuentro del recaudador del distrito de Neira de Jusá (Baralla) haciéndole regresar a la casa de D. Marcial Neira, Juez Municipal de dicho distrito, donde guardaba lo recaudado, obligándolo a entregar dichos fondos que ascendían a 30.755 reales, bajo la amenaza de quemar dicha casa y matar a las personas que opusieran resistencia, para evitarle mayores problemas entregaron al recaudador un recibo que justificaba dicha sustracción. A pesar de no estar demostrado todo parece indicar que dicho atraco fue realizado por hombres del Núñez Saavedra.
Obedeciendo a tácticas militares, la facción del Saavedra se dispersa en pequeños grupos de hombres que a los pocos días se vuelven a reencontrar en la aldea de Donis, en Cervantes, en donde e coronel de Carabineros Villar, bate al grupo carlista, tomando el pueblo a la bayoneta y haciéndose algunos prisioneros. A mediados del mes de julio de 1873, al frente de unos cien hombres armados de fusiles, trabucos, revólveres y alabard-as, usando boinas rojas con chapa dorada y redonda en el centro, el Núñez Saavedra utilizaba una gorra con borla de galón de hilo de oro; toma la villa de Fonsagrada, asalta el juzgado y destruye el expediente que contra él y sus hombres se estaba instruyendo. A mediados de aquel mismo año, avanza con sus hombres a través de la sierra de Meira, Villaodrid y llega a Vegadeo un atardecer de un día del mes julio al frente de ciento cuarenta hombres, impone su ley en dicha localidad y causa numerosos destrozos en la línea telegráfica; durante la madrugada del día siguiente entra en Castropol, sé apoderada de la correspondencia y corta las comunicaciones telegráficas, comete excesos en las oficinas públicas de la villa de Tapia, llegando en el mismo día al concejo del Franco, donde nuevamente destruye documentos en varias oficinas públicas; retorna a la provincia de Lugo pasando por la sierra de la Bobia y se adentra en él termino de A Fo-nsagrada, lugar donde tiene buenos contactos y tanto él como sus hombres están más seguros. El día ocho de agosto de 1873 al mando de unos doscientos hombres asalta la Administración Subalterna de Estancadas en Castroverde, donde sostiene un fuerte tir-oteo con la fuerza de Carabineros, que le producen varios heridos, un prisionero y le arrebatan material de guerra.
Otra de sus actuaciones la lleva a cabo en Becerreá un día del mes de mayo de 1874, donde logra dar otro golpe de mano, realizado personalmente, librando de la cárcel de este partido judicial a uno de sus partidarios; en otra ocasión la casa Grande de Nullán, que era de su propiedad y por aquellas fechas la servía de cuartel general de sus actuaciones, es cercada por las fuerzas gubernamentales encargadas de su persecución y captura, hallándose él en dicha casa y viendo pocas posibilidades de poder escapar sin ser capturado, se viste y disfraza de mujer sale y pasa por delante de sus perseguidores como si tal cosa; también menciona la misma fuente que para no ser localizado varias veces se vio obligado a dormir dentro del panteón familiar en el cementerio de Nullán.
El día 3 de septiembre de 1873, al mando de 106 hombres tomó la villa de Quiroga, “se formaron en batalla en la plaza pública y acto continuo subieron pelotones uno para apoderarse de las entradas y otros se dirigieron a la administración de estancadas (tab-acos) de la que sacaron a dicha plaza cajones de cigarros que abrieron y repartieron su contenido entre los armados que se dijeron defensores de Carlos 7º y estaban mandados por un tal Saavedra, que permanecieron en la plaza desde las 6,30 a las 8 y de allí se marcharon sin acometes ninguna otra acción”.
En la causa instruida ante el Juzgado de 1ª Instancia de Valdeorras figuraban como bienes sustraídos en dicha administración de tabacos los siguientes: 40 Kg de cigarros, uno de segunda; 5 pliegos de papel sellado sello 7º; 17 pliegos de papel sello 8º; cuatro pliegos de papel sello 5º; once de sello 10; 100 reales de plata y 117 en calderilla .
En los primeros días del mes de enero de 1874, el Capitán General de Galicia declara el estado de guerra en las cuatro provincias; este hecho lleva asociado un decreto del Ministerio de Hacienda publicado en el mes de julio del mismo año, por el que fácilmente podían ser embargados los vienes de los carlistas en armas y a sus auxiliares, ello hace que muchos hacendados se lo piensen dos veces antes de continuar con las ideas de ver rigiendo los destinos de la nación española a D. Carlos María de Borbón, duque de Madrid, también conocido como Carlos VII que había heredado los pretendidos derechos a la corona de España, de su tío Carlos Luis.
En el mes de septiembre de 1874, la tercera guerra carlista estaba prácticamente termi-nada, se habían publicado decretos de gracia hacía los carlistas que depusiesen su act-ividad y entregasen las armas, D. Manuel Núñez Saavedra es llamado ante el Tribunal Militar de Lugo, para que responda de los cargos que se le imputan. Desconocemos cual fue la sentencia, si es que la hubo, de tal juicio, lo que parece que está claro es que D. Manuel Núñez Saavedra , tuvo que pagar fuertes sumas de dinero, quizás para poder eludir la cárcel, ello se deduce de que el día 22 de enero de 1887, otorga ante el Notario de Becerreá D. José Miragaya Tomé, recibo de préstamo de dos partidas de dinero de 2.500 ptas. cada una, equivalentes a 10.000 reales a favor de su amigo el cura párroco de san Lorenzo de Pousada, de Valeira, D. Froilán Arias Santisteban, hipotecando para ello los prados de “Refoxados”, “Navallos”, “Freixo”, “A Campa”, “prado da Laxe”, de “Fontenegra”, “Lamela”, de “Cancio”, y el de “Campa de Refoxados”.
La misma fuente nos informa que una vez depurada la responsabilidad del Saavedra, le fue ofrecido a éste la graduación de Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, mando al que renunció en aras a sus ideas carlistas.
Una vez liberado de la situación de ser uno de los más importantes cabecillas del bando vencido, los carlistas, ya con 45 años de edad contrajo matrimonio el día 13 de febrero de 1878, en la iglesia parroquial de santa María Magdalena de As Nogais, con Dª María Consuelo Díaz Herbón de 26 años de edad, hija de D. Manuel Díaz Fernández y de Dª Ángela Herbón, dueños del mesón Herbón de As Nogais, de cuyo matrimonio hubo siete hijos; D. Jesús, que recibió en herencia la casa de Pando, llamada Casa Grande, contrajo matrimonio con Carmen López Magdalena, natural de la Casa de Lucas de Fonfría.
Dª Laura Isabel Ramona, que recibió en herencia la Casa Grande de Nullán, y contrajo matrimonio a la edad de 34 años el 5 de Julio de 1916 con Manuel Injerto Peral, natural de la casa de Barreiro de Nullán.
D. Ángel Bautista, que siguió al frente de la casa vincular de Villarín, y contrajo mat-rimonio con Dª Carmen Ares Díaz, hija de D. José Ares Díaz y de Teresa Díaz López, de la casa de Guizán, en la feligresía de Ferreiros de Balboa.
D. José Ramón, desaparecido en Buenos Aires.
Dª Carmen, casada con D. Amadeo Fernández Díaz, natural de Gulfrei, Casa da Corre-doira; falleció a la edad de 20 años el 2 de enero de 1901 de cuyo matrimonio no quedó sucesión.
D. Marcial, que falleció en Nullán.
Dª Carmen, fallecida a los seis meses de edad.

Bibliografía:
López Pombo Luis; “Hidalgos y Casas Señoriales de la Provincia de Lugo. Ayuntami-entos de As Nogais, Pedrafita do Cebreiro y Triacastela”. Lugo. 2005. Diputación Pro-vincial de Lugo. I.S.B.N.: 84-8192-296-X, páginas 279-296
López Pombo, Luis
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