Ars scribendi

La mayoría de mis colegas en estas lides son, o vulgares juntaletras, o dedican su ocio a recopilar flores de diccionario para decorar sus vacíos artículos, a la vez que se suben a la palestra de la displicente soberbia para desmerecer lo ajeno, en ese concurso estúpido de vanidades de quítate tú para ponerme yo. Sólo una minoría muy selecta es capaz de conjugar su experiencia vital con su formación y expresar realmente sus sentimientos y preocupaciones, ajenos a tantos juegos de imaginativos artificios a los que somos tan aficionados los gallegos.

Harto estoy, como lector, de santas compañas, de versiones de leyendas y de estupideces de valientes breoganes. Hastiado me tienen con tantas mentiras históricas de caminos jacobeos y negocios de vendetartas y mil bisuterías engañaturistas. Ya está bien de refugiarse en artificios imaginativos y emborracharnos con tan mal alcohol como el de las queimadas o los orujos para rellenar nuestras columnas presuntamente de meigas y meretrices-vulgarmente putas-que se pierden entre los vapores y la resaca. No me inviten ustedes a participar en ninguna fiesta de exaltación del marisco o para defender tanta parafernalia.

Va siendo hora, cobardes míos, de que os impliquéis en la realidad social de vuestra comunidad y luchéis, con la fuerza de los argumentos, contra unas estructuras caciquiles y decimonónicas que impiden el progreso de la Tierra, en la que habéis tenido la dicha de nacer. Va siendo hora de que seáis conscientes de la irredenta Galicia desangrada por la imparable emigración. Ya está bien del desgarrador y silencioso beso de despedida del nieto que nos visita hablando inglés. Ya está bien de la maldita resignación, cobarde que no cristiana, de que no hay nada que hacer.

Si no lo sabéis os lo digo yo: hay miles de familias pasándolo mal y miles de empresas aprovechándose de ello con la connivencia de la autoridades y sindicatos; hay miles de jóvenes reviviendo la emigración de su abuelos; hay unas grandes camarillas de mafiosos llámense Gurtel, partido X o Limpiezas SA; hay miles de aparentes patriotas evadiendo dinero; hay desahucios, jueces acomodados, niños desnutridos-hace diez años ya los detecté yo en mi trabajo, pero tenían más vergüenza que las autoridades educativas (“reinaba” Esperanza “Horrible”, actual pretendienta a la alcaldía madrileña) - miles de indolentes paseando su superficialidad ajenos a sus semejantes; hay miles de imbéciles y gilipollas que sólo piensan en coche, ligues y comilonas; miles y miles y más miles de cretinos que se miran al espejo y alucinan sin reparar en la “ hierba” que se meten.

No tienen nada que hacer los muertos ambulantes, que viven a nuestro lado y nos dan los buenos días en un ejercicio de estoico disimulo; no tienen nada que hacer los holgazanes jugadores de baraja que despotrican todo el día contra el gobierno para quejarse de su exigua pensión; no tienen nada que hacer los machistas que rellenan las tabernas, mientras su mujer cava y hace mil tareas en el entorno del hogar para sacar los hijos adelante; no tienen nada que hacer esos jóvenes, hijos de papá, que se sienten señoritos, ajenos a toda crisis, que aborrecen la cultura y sólo se mueven por dinero o estúpida vanidad; no tiene nada que hacer los coríferos, que aplauden y justifican a autoridades corruptas, como si ser corrupto fuese algo natural y lógico en la sociedad ; no tiene nada que hacer el que es vago por comodidad y vive de parásito o bien desangrando pensiones.

Va siendo hora, señores escribidores, de que aparquéis vuestro ordenador, realicéis una profunda reflexión, que conlleva desmontar los decorados, y os centréis en combatir tantas y tantas situaciones de injusticia social que os debieran hinchar los cataplines porque la superficialidad no tiene más recorrido. Y, como diría aquel filósofo francés, leer el mejor libro que hay que es la vida.