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Encadénate a mi y hazme de paracaidas

martes, 03 de marzo de 2015
Muchas personas simultanean relaciones para evitar pasar por el dolor de la soledad. Enganchar como a un rosario “amores”, es ser dependendiente emocional, transformar tus deseos simples en necesidades y las relaciones sentimentales en un puro objeto material.

Pocos son los que mantienen puro, sano y lleno de ilusión en el tiempo sus sentimientos en una pareja, con total trasparencia, porque eso supone un trabajo continuo, diario y, si ésta se marchita, saber cuándo poner fin. Es habitual “estirar” por inercia un noviazgo o matrimonio roto y aburrido donde casi te tratas como un hermano, follas automáticamente o ya ni lo haces pero ni te atreves a dejarla mientras esperas a ver qué pasa, o te entretienes con quien se te cruza en tu vida, a ver si tu caída es más leve, convirtiéndolo en tu paracaídas por si acaso te quedas solo.

Juguetes rotos

Usar a la personas para no tener que afrontar una dura existencia solitaria emocional, es enamorarte y “desencantarte”, encapricharte y “desenconarte” tantas veces desde el principio de tu vida hasta tu etapa adulta, sucediéndose tantas personas como puedas contar con todos los dedos de las manos y hasta pies, pero durante ese proceso acompañado de también al menos una persona fija, con la que te acabas casando y le sigues poniendo los “cuernos” eternamente. Esa persona traga con todo o no se quiere enterar, no suple tus vacios pero tampoco lo hace nadie más. Mientras te sea fácil encontrar “candidatas”, no hay problema, porque te dejas arrastrar por lo que te van dando y te acomodas a sustituir sin más, dejas cadáveres por el camino, hasta que rompes algún corazón pero te importa mucho más tu miedo a no quedarte solo y aprendes a mentir para sobrevivir. Te “cubres” de tanto afecto de ajeno como si fueran juguetes aunque los rompas.

Búsqueda constante

Cuando nos entregamos en exceso sin conocer los sentimientos de que tipo son, la pasión se convierte en veneno. Los que encadenan una relación tras otra teniendo varias a la vez albergan una gran carencia afectiva. En su infancia se han sentido inadaptados, han sufrido rechazo familiar o una sobreprotección extrema. También le puede pasar a quien ha llevado una vida normal, pero que le ha pasado algo traumático (sufrido una traición) y a partir de ahí entenderá las relaciones de otra manera. Aguantaran relaciones nefastas porque se sienten inseguros de salir adelante solos y se sienten culpables de la felicidad de su pareja, consideran que deben protegerla porque así se ven necesarios. Son sumisos buscando a personas dominantes que los dirijan, alguien más mayor, o con un carácter fuerte que aparente seguridad, prefieren ese tipo de relación que cuidarse por sí mismos.

Colchón emocional

Las relaciones “paracaídas” ayudan a salir de la pareja que no satisface. Si te agarras a una nueva relación que sirva de “colchón” puede provocar que inconscientemente te comportes como lo hace tu pareja antigua o “ex”, incorporas rasgos de ella para sentir menos esa pérdida, o te puede servir como venganza donde te demostrarás a ti mismo que vales más de lo que creías al portarte así con la nueva. No dejar a una hasta que no se tenga segura a otra, es un poco egoísta. De alguna manera sigues enganchado a tu pareja habitual y aunque la engañes, algo sientes y consideras que no se merece que la dejes porque no puedes soportar la idea de verla triste, eso te une mas a que la cuides, ¿además quien te va a perdonar tantas “perrerías” como ella?. Esa manera de pensar hará que te enredes mas a no saber que camino tomar ni que hacer.

Espinas que dañan

Si te ha tocado el papel de “paracaidas” ten en cuenta los riesgos: no vayas de rescatador ni salvador de su desgracia, sino siempre tendrás que tirar de él. La carencia de un compromiso, ausencia de exclusividad y la incertidumbre de si lo verás o no, por muy romántico que seas puedes acabar presa de unas espinas que te dañen.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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