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Carta a una hoja de papel

jueves, 19 de febrero de 2015
Querida hoja de papel, sobre ti, preciosidad alba, eyaculo el semen de mis palabras, lo hago a pelo, sin protección alguna, sin miedo a contagio pues; soy bien sabedor de que tú eres todo pureza, una auténtica virgen y solamente conmigo tienes relación por ello no me infectas de sifilis, gonorrea o el terrible sida… Soy yo el que te puede contagiar, no de las que te acabo de citar, más, de la que me ha contaminado el mundo, esta terrible indignación hacia todo. Con esta singular copulación tú facilitas la posibilidad de que yo quede aliviado, no de orquitis, y sí del malestar que me corroe: Preferentes, hipotecas, primas de riesgo…..

Tú, buena hoja de papel, quedas embarazada con mis pensamientos y
también con mis deseos y sueños. Si no fuera por esta íntima relación, la pareja tan grandiosa que conformamos, terminaría loco, aunque creo que sería mejor que ser cuerdo pues, al estar en esta situación soy un pobre manso, al que tratándome por burro, se me carga con todas esas lacras: recortes, quitas….Me roban lo poco que guardaba en mis alforjas.

Si, amor, y , encima me apalean hasta llevarme al pudridero. Hoja mía, llegas virgen, pura e inmaculada y yo te empreño de ideas, buenas o malas, y, cuando lo hago, valiéndome de mi bolígrafo, al dejar mi esperma verbal dentro de ti, entonces, bonita hoja, siento grandioso placer. La satisfacción mayor la gozo no cuando te beso y acaricio con mi mano pero, si cuando mis ojos ven lo que hemos concebido. Si corroboro que el ser que hemos gestado es útil, entonces, amada mía, siento un placer enorme y feliz te guardo al pensar que, con nuestro singular amor, fruto de él, damos a luz un ser maravilloso; llena de algo que es positivo,. entendiendo por esa cualidad que será constructivo reivindicativo y luchador en pro de la sociedad, entonces…casi reprimo un grito por sentir el mayor de los orgasmos. Cojo el teléfono o un email y a los íntimos amigos invito a participar de esa dicha que supone ver germinar pensamientos en un papel.

Si, por el contrario, compruebo que no va cumplir estas finalidades, si no va a ayudar a desenvolver los valores del mundo, lo abortamos allí mismo, aunque, con ello, tú, amada hoja de papel, seas mártir y con ese feto mueres en la papelera y yo sufro por considerarme inútil y no ser capaz de tener esperma benefactor para nuestra sociedad.
Cuando tenemos la alegría de que va a ser una llamada, un grito en defensa de los inopes, entonces, al ver que será constructor de un mundo mejor, con dicha lo presentamos a la sociedad, lo imprimimos en forma de publicación, siendo conscientes de que ese semen, al fecundar en escrito, resulta un arma eficaz para proteger, con la mayor humildad, al microcosmos y macrocosmos, al orbe en general que necesita de esto para no perder los papeles. Esta relación nuestra, me llena de dicha y me libera de las tensiones que a diario soporto; por eso, en este San Valentín, inmaculada hoja yo te digo que te amo porque sin ti no podría el semen de mis ideas salir al mundo, pero también me culpo de tener una eyaculación precoz muchas veces y, sin reflexionar ni meditar verter en ti espermatozoides vagos o inútiles para vivir y, con ello , matarte. Me inculpo de haber sido violento y maltratador de hojas de papel cuando tú, querida y admirada hoja, no tienes culpa de nada. Si lo que tu vientre de papel hace abultar es una nulidad, el que se debiera matar soy yo por embarazarte de absurdos, de locuras..
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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