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Los patriotas

viernes, 13 de febrero de 2015
Estos días estamos viendo, por las distintas cadenas de televisión, a los enfermos de hepatitis C, reclamando la medicación al Gobierno. Ellos son unos grandes patriotas que, sin querer, mueren por la patria, porque, parte del dinero que podía ir destinado a comprar el Sovaldi, se entregó (en quince días se aprobó la indemnización) a la concesionaria Castor, cuyo máximo accionista es el presidente del Real Madrid ,Florentino Pérez, 1.350 millones que posiblemente se repercutirán en la factura del gas de todos los consumidores.

Otra parte del dinero, 3.500 millones, se los perdonaron a las empresas eléctricas; además 145 millones, o mucho más, le van a dar a Bankia uno de estos días, y ya recibió más de 20.000 millones por el rescate. Los enfermos de hepatitis C, esperan que el Gobierno y la comisión especial, decidan a quien salvar, permitiendo que le suministren el medicamento, y a quien dejar morir porque, al parecer, no hay dinero para todos y deben clasificarlos por su gravedad. Debido al tiempo que transcurre, algunos expedientes de los enfermos se han extraviado, como ha pasado en Ourense.

Los enfermos de hepatitis C son unos heroicos patriotas que vemos consumirse, en tiempo real, ante los representantes de una patria que no se da ninguna prisa por salvarlos.

Carmen, una viejita de 85 años, encorvada , sonríe entre dos varones jóvenes y fuertes, que la miran como si fuese a romperse, y casi disponiendo las manos para recogerla. Carmen entregó la mitad de los 21.000 euros que reuniron los futbolistas del Rayo Vallecano, para que no la echasen de su vivienda en la que lleva cincuenta años, los regaló sonriendo y feliz, para que los hijos del exfutbolista Wilfred viajaran desde Nigeria, para abrazar a su padre antes de morir, al que no veían desde hacía diez años; llegaron tarde, por problemas burocráticos. Esta mujer, que ganó unas pesetas limpiando casas, añade que tiene bastante con la mitad, seguro que echó cuenta por los dedos, y sabe que le llega para pagar el alquiler y comprar leche y galletas los pocos años que le queden para volar, de este infierno, al cielo. Su patria es la generosidad, la pobreza, la justicia. ¿Hay patria mejor?.

El bombero Roberto Rivas tiene otra patria semejante, se negó a desalojar de su vivienda a otra viejita. En su rostro se leía “los bomberos están para salvar a los ciudadanos del peligro, pero no para matarlos a disgustos”. La Subdelegación del Gobierno, de esta patria España, le castigó con una multa de 600 euros. Roberto sigue afirmando que no es justo, porque su patria es la justicia, la generosidad, y la ausencia de avaricia.

Estamos en tiempos de cambio, cambios muy profundos, el fin del pensamiento dominante y la entronización del valor de la ciudadanía por encima de las entelequias místicas, teóricas o, simplemente, articuladas para favorecer siempre a los poderosos. Ese sector de los poderosos quiere llevarnos hacia el concepto de patria como algo intocable, sagrado, místico, heroico, exigiendo o proponiendo la entrega total, hasta la muerte. Pero ellos, curiosamente, nunca se sacian totalmente, amasan dinero y dinero, nombran consejeros que no sabemos para que sirven, más allá de prometerles el voto a quien los nombra. No ven lo que ocurre alrededor, no sienten el dolor de las familias más allá de “que se jodan”. No persiguen a los prestamistas mafiosos, no apoyan a los profesores para que eduquen a la gente críticamente y no sea engañada. No lanzan a la justicia contra los corruptos, ¿sabían ustedes que en este país, España, es perfectamente legal que un ingeniero esté cobrando el paro desde hace dos años y a la vez se haya descubierto que tiene seis millones de euros evadidos en Suiza?. ¿Por qué no lanzan un decreto urgente para impedir estos casos?, no son cientos de personas, pero son adinerados.

A mí me produce herpes zoster pensar que un euro de mis impuestos vaya a parar a manos de esos canallas. No corren tras el prestamista avaro sino que persiguen a un bombero con una ética social digna de un premio nobel, porque ese tipo de falsos patriotas, consideran que el bombero falló a su patria teórica, o que los enfermos de hepatitis C arruinarán a la patria, cuando hay cosas importantes que rescatar.

Es hora de abandonar viejos mitos, hoy, sin sentido, sin valor y casi sin significado. No intenten escudar sus actos en la lucha por encumbrar una patria que, el 90 por ciento de la sociedad no arriesga para salvarla, porque entienden que salvar a esa patria es salvar a todos los evasores, que tienen su patria en los capitales colocados en Andorra, Suiza, Chipre, Malta, Mauricio, Seychelles, Belize, Bahamas, Antigua, Turks o Caicos.

Si no respetamos, defendemos o legislamos para ayudar a los vecinos que vemos sufrir, seremos cínicos y nefastos patriotas. No hay más patria que “los otros”. Todo lo demás, es cuento.
Cal, Rosa
Cal, Rosa


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