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Justicia independiente

jueves, 25 de diciembre de 2014
“El único Estado estable es aquel en el que todos los ciudadanos son iguales ante la ley” (Aristóteles)
La sentencia aristotélica parece una obviedad en cualquier Estado que pretenda atribuirse el calificativo “de Derecho”, cuyo fundamento no debe ser otro que el estar asentado sobre unos pilares constituidos por unas leyes justas y por una administración de Justicia independiente. No obstante, en un país como el nuestro en el que una élite de privilegiados se ha considerado, históricamente, que estaban exentos de la obediencia a las leyes que rigen para el resto de sus compatriotas, recordar este principio formulado en la época más fructífera de la Grecia clásica nos ayudará a situar la importancia que tiene la Ley en todo sistema de convivencia humano.

Cuando ya casi ninguno de los españoles creía en la existencia de una verdadera separación de poderes, en gran parte como consecuencia del secuestro al que ha sido sometido el Ministerio Fiscal por parte del Ejecutivo y al de los Tribunales Superiores por parte del Legislativo, el pasado lunes se han producido dos noticias que parecen, y digo sólo que parecen, desmentir esta aseveración: el procesamiento de la Infanta Cristina y la admisión a trámite, por parte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, de la querella presentada contra el Presidente de la Generalitat, Artur Mas, contra su Vicepresidenta, Joana Ortega y contra la Consejera de Educación, Irene Rigau. Ambas noticias no hacen más que constatar que, pese a todas las presiones a las que puedan haber sido sometidos, todavía existen algunos profesionales de la judicatura y algunas instituciones que no están dispuestas a hacer dejación de sus funciones por penoso que les pueda resultar desempeñar su trabajo.

El comportamiento del juez José Castro durante la instrucción del caso Nóos, teniendo que soportar, no sólo la crítica jurídica sino también una franca hostilidad por parte del Ministerio Fiscal, de la Abogacía del Estado, de la Agencia Tributaria y de una gran parte de los medios mal llamados de comunicación, que rinden un vergonzoso vasallaje tanto al Gobierno como a la Casa Real, y perseverando, pese a todas las dificultades, en sacar adelante una instrucción que sin duda le habrá acarreado muchos sinsabores, ha sido una demostración de la labor que puede realizar un profesional independiente cuando ejerce su labor con total honestidad y un ejemplo para todos los españoles, sin duda reconocida por éstos, a la vista de las múltiples muestras de apoyo público que se han venido sucediendo.

Lo que hagan en el futuro los tribunales encargados de dilucidar las correspondientes responsabilidades nos dirá si la actitud de independencia mantenida por Castro en este procedimiento es una simple anécdota en el universo judicial español o si, por el contrario, esa es la norma por la que actúan el conjunto de los magistrados: profesionalidad e independencia.

Sea como fuere, vaya mi más sincera admiración a su señoría, quien, con su ejemplo, acaba de emitir una señal inequívoca de que corren malos tiempos para la impunidad jurídica de la que han gozado hasta ahora algunas castas ibéricas, y extensivamente a todos aquellos otros jueces que, por toda la geografía española, están tratando de desmantelar la telaraña de corruptelas tejida por la casta política durante las últimas décadas y una gran felicitación navideña para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. ¡Feliz Navidad!
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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