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EEUU y Francia en la encrucijada

viernes, 14 de noviembre de 2014
El miércoles 5 de noviembre el emblemático edificio del Empire State en Nueva York apareció iluminado en rojo como el Capitolio. Fueron signos externos que proclamaban el rotundo triunfo el día anterior del Partido Republicano en las elecciones de medio mandato. Contrariamente a lo que sucede en Europa, resulta curioso que el rojo, de tantas connotaciones izquierdistas y revolucionarias, represente en EEUU a la derecha pero así es. Cosas del Nuevo Mundo.

Simbolismos aparte, lo importante esta vez es que el resultado de dichas elecciones significa un giro copernicano de la primera potencia mundial, que cambia de bando y pasa con armas y bagages de demócratas a republicanos, dos maneras opuestas de hacer política. Para entendernos, el Partido Republicano defiende la empresa privada, rechaza la injerencia del Estado en la economía y se opone frontalmente a socialistas y comunistas. Su divisa es, no se sabe muy bien por qué, un elefante, animal inteligente y fuerte pero controlable.

La vasta victoria - un tsunami para decirlo con una comparación de moda- abruma al demócrata Barack Obama, que desde ahora y durante los dos últimos años de su mandato tendrá que dirigir un país trabado. En efecto, no solo debe enfrentarse a una Cámara de Representantes de mayoría republicana, como ya sucedía, sino también a un Senado del misno signo. El Partido Demócrata es liberal, progresista y de centrooizquierda, su color es el azul y su emblema, tampoco se sabe muy bien por que, el asno, que representa el trabajo y el empeño, Mucho tendrá que echar mano de ambos y dos el actual mandatario para enderezar la adversa situación del presente.

Aunque esperado por los politólogos y entendidos, fue un vuelco espectacular. Los republicanos tienen ahora mayoría en ambas Cámaras del Congreso, y vencieron asimismo en las elecciones a gobernadores en Estados clave.

Norteamérica, una inmensa nación de 50 estados, más de 9.371.ooo kilómetros cuadrados y más de 316 millones de habitantes, líder indiscutible en el mundo, politícamente muda de piel y lo hace de la manera más democrática, por un voto en las urnas, lo que la distingue de otras superpotencias autoritarias como Rusia y China.

OBAMA, ERRE QUE ERRE

Barack Obama ya no gobierna el país en solitario. Tiene que contar con el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner y con el presidente del Senado, Mitch McConnell, ambos republicanos, un triunvirato difícil de encajar. Ya se ha producido el primer acto de la ardua cohabitación, una reunión-almuerzo del presidente con 13 parlamentarios del Congreso en la que estaban ambos, primer desencuento. Telón de fondo genérico, los republicanos exigen una rebaja de impuestos y la revocación de las medidas adoptadas desde la llegada al poder de Obama; los demócratas, proseguir con las inversiones en infraestructuras y educación. Las posiciones están alejadísimas.

A Obama le hubiera gustado sin duda ahorrarse este fin de mandato incierto e inestable pero las urnas mandan. En la política interior norteamericana, ha habido casos parecidos: los presidentes George W. Bush, Bill Clinton y George Bush tuvieron que afrontar situaciones de minoría en las Cámaras. El primer presidente afroamericano de EEUU, de 53 años, elegido en 2008 con el eslogan ilusionante "Yes, we can" (Si, se puede) y reelegido en 2012, pacifista que firmó el nuevo Tratado de desarme START III con Rusia, puso fin a la guerra de Irak y aunque aumentara la presencia de las tropas norteamericanas en Afganistán e interviniera en el conflicto de Libia, no quiso nunca autorizar el envío de marines por tierra para que no hubiera pérdida de vidas de soldados norteamericanos.

En la oportunidad, Obama no mostró ningún indicio de que vaya a cambiar. Mantiene los planes para aprobar antes de final de año un decreto que permita la regularización de indocimentados establecidos en EE UU, la mayoría de origen latinonamericano. Y sigue erre que erre con su propósito de reforma sanitaria, el florón de su mandato, que va tener que aplicar echando mano de sus prerrogativas presidenciales.

No bastó que se cruzaran el viernes pasado excelentes datos económicos: al contrario que en la Unión Europea, el paro se redujo en EEUU al 5,8% , el más bajo desde junio de 2008, la recuperación va viento en popa.

No importa. Dicen los comentaristas que el elocuente mandatario se confundió al querer convertir esta cita electoral en un plebiscito sobre su persona. Fracasó y ahora tiene que arrostrar las consecuencias. Con un presidente y unas cámaras de tendencia opuesta, el peligro mayor es el bloqueo legislativo.
Vienen tiempos difíciles para la política de los Estados Unidos.

HOLLANDE ANTE LA ADVERSIDAD

En otra encrucijada distante, a este lado del Atlántico, Francia está en la estacada. También a medio mandato, el presidente socialista François Hollande quiso coger el toro por los cuernos y compareció ante la prensa de forma maratoniana a lo largo de 90 minutos para tratar los complicados problemas de la nación, gavemente afectada por una deuda del 93,50% un paro de 10,5 % (3,6 millones de desempleados) y una exigua tasa de expansión del 0,2% del Producto Interior Bruto (PIB), insuficiente para enjugar el estancamiento.

El dirigente galo reconoció errores en sus 30 meses al frente del país pero mantuvo su polémico programa reformista con mayor razón si cabe para no perjudicar a los más necesitados; no entiende que para capear la crisis, Italia, España y Grecia apliquen planes de ajuste que hagan apretarse el cinturón a sus ciudadanos y así lo dice.

Anunció dramáticamente que no se presentaría de nuevo al cargo en 2017 si no consigue resultados para encauzar el grave problema del desempleo. La casi totalidad de los franceses opina en los sondeos que hasta ahora ha fracasado. En consecuencia, su popularidad está por los suelos, en un 12%, el récord más bajo de un presidente francés en ejercicio. Siete de cada diez ciudadanos cree que su primer ministro, Manuel Valls debiera tomar la riendas de la nación, una hiriente cuestión para este hombre de Estado nacido en Ruán en 1954, que tiene 4 hijos con la también política socialista Segolène Royal, de la cual se ha divorciado y varios líos de faldas, comidilla de las revistas del corazón.

En su rueda de prensa, prometió crear 45.000 nuevos puestos de trabajo, 15.000 para jóvenes de aquí a enero, pero los habitantes del Hexágono no se fían mucho de sus promesas.

El problema en Francia es que la alternativa mete miedo. El Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, una organización de extrema derecha que se extiende ccomo mancha de aceite recogiendo gran parte del voto protesta, acecha. Y el partido "UMP" (Unión por un Movimiento Popular), envuelto en un caso de corrupción, no tiene en este momento líder, está decapitado. Aspira a dirigirlo el expresidente Nicolas Sarkozy para poder presentarse después otra vez a elecciones presidenciales, pero todo esto va para largo.

Francia no da salido del atolladero, como se dice coloquialmente en francés, es como "pédaler dans la chouucroute" (Pedalear en el chucrut), no se avanza.
Incertidumbre, pues, en EEUU y en Francia.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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