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Los 4 magníficos

jueves, 09 de octubre de 2014
Durante los años en los que Miguel Blesa presidía, a lo que se ve con gran diligencia, esa cueva de ladrones llamada Caja Madrid, se produjeron en dicha institución todo tipo de desmanes financieros y siempre protagonizados por su cúpula directiva, cuyas consecuencias acarrearon el expolio del patrimonio de sus clientes y la ruina de sus accionistas, las principales víctimas de la banda político-sindical que dirigía la Caja y, secundariamente, el de todos los españoles que con sus impuestos tuvieron que rescatar a la entidad de la quiebra.

A todos los abusos conocidos, que no son pocos, se le acaba de añadir la guinda de las “tarjetas black”, gracias a las cuales los sucesivos responsables de la entidad se premiaban su altruista dedicación y desvelos con un aguinaldo, sin duda merecido, pero a todas luces inapropiado, dada la situación financiera calamitosa que atravesaba la Caja.

Tras ser destapado por la prensa el bochornoso escándalo, personajes tan dignos y respetables como lo eran el señor Blesa o el señor Spotorno, ¡compadezco a la institución monárquica!, u otros más comprometidos con fines tan nobles como las reivindicaciones de las clases trabajadoras, como es el caso de algunos de los representantes sindicales que ocuparon plaza en dicho Consejo, han visto expuestas sus vergüenzas más íntimas y mezquinas ante la opinión pública, que ya no tiene ni la más mínima capacidad de sorpresa ante cualquier escándalo protagonizado por nuestras élites dirigentes.

Qué podríamos decir de todo lo visto que añadiera algo nuevo a lo ya protagonizado por esta misma casta de vividores en todas y cada una de las administraciones públicas y cajas de ahorro que han gestionado?. Nada. Los mismos golfos y las mismas golferías repartidos por toda la geografía española y, eso sí, siempre gozando de la mayor impunidad, gracias a una incomprensible protección jurídica que no sabemos a que extraños intereses pueda responder.

Sin embargo, en el caso de Caja Madrid hay algo distintivo, un motivo para que los soñadores podamos guardar todavía un hilo de esperanza en el gestor público patrio: se trata de los cuatro consejeros que, rodeados de la mayor inmundicia y ausencia de escrúpulos, se han mantenido ajenos al latrocinio generalizado protagonizado por sus colegas de junta. Ante ellos quiero rendir mi más sincera admiración y el deseo de que su gesto no quede olvidado y mancillado por los actos protagonizados por sus compañeros. Vayan por delante sus nombres: don Félix M. Sánchez Acal, don Iñigo María Aldaz, don Esteban Tejero y don José Mª García Alamo; todos ellos “nombres propios”, que merecen nuestro mayor respeto. Ante personas de fundamentos éticos tan sólidos, la actual junta directiva de Bankia debería plantearse el contratarlos para cargos de la mayor responsabilidad, lo que ayudaría, sin duda, a mejorar tanto la salud ética de la entidad como la confianza de los ciudadanos en su viabilidad.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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