Un pais de daltónicos

Desde los inicios de la crisis económica, hace ya más de un lustro, los máximos representantes de la casta política se han empeñado, primero en negar la evidencia de su existencia y más tarde, una vez desbordados por la contundencia de la misma y convencidos de su bisoñez inicial, han concentrado sus mayores esfuerzos en tratar de minimizar sus consecuencias y en adelantar su conclusión, con la ilusoria aparición de los supuestos brotes verdes, unos brotes que desde los ya lejanos días de la exministra Salgado nos han ido reiterando machaconamente todos los responsables políticos y económicos de los sucesivos gobiernos de turno, hasta el actual gabinete, en el que la oda a los brotes verdes se ha convertido en un canto coral dirigido por el propio Rajoy.

Mientras el Presidente, sus ministros y la corte de palmeros mediáticos mantenidos al servicio de sus intereses políticos y electorales, reflejo de una vergonzosa administración parasitada por innumerables “Sanchos” en la procura de su particular ínsula Barataria, describen una España sembrada de brotes verdes, los ciudadanos viven una realidad ciertamente distinta, propia de un panorama desértico y estéril, que en muchos casos roza la miseria y en la calle miles de familias españolas que han sido desahuciadas de sus hogares como consecuencia de una política bancaria más propia de simples usureros que de empresas financieras, tratan de sobrevivir, como pueden, desamparados por las instituciones del Estado y por sus representantes políticos, gracias a la solidaridad ciudadana y a lo que van recogiendo de los contenedores de basura, al tiempo que miles de niños viven en condiciones precarias, malnutridos y bajo el umbral de la pobreza y decenas de miles de ciudadanos dependientes han sido desposeídos de las pingües ayudas sociales que percibían y subsisten gracias a la solidaridad y al sacrificio altruísta de sus familiares y amigos. Paralelamente a este panorama desolador y para agravar todavía más la situación, las prestaciones sanitarias han sido recortadas en todas sus partidas poniendo a millones de usuarios en una situación de desatención médica. ¿Y qué decir de la precariedad laboral, de los recortes en salarios y pensiones, de los recortes sociales, de los incrementos de todos los impuestos conocidos y la invención de otros nuevos, etc?

Al tiempo que todo esto acontece en la calle, la casta político-sindical, encabezada por el propio Rajoy, vive en su particular paraíso de brotes verdes, full credit, financiado a expensas del sacrificio solidario de todos los españoles y subvencionado, de la A a la Z, para mayor gloria y goce de sus señorías, ajenos al calvario colectivo que están pasando sus conciudanos que, en el foso de sus miserias, todo lo ven rojo y negro, posiblemente incapaces en su bisoñez de reconocer este paradisíaco vergel de brotes verdes llamado España. ¿Será, tal vez, que todos los españoles nos hemos vuelto repentinamente daltónicos?, o ¿no será, más bien, que los verdaderos daltónicos son el propio Rajoy y su corte de lacayos mantenidos, incapaces de reconocer, cegados por la dulzura del despacho oficial y la moqueta, la cruda realidad que les rodea y que tienen que soportar el resto de los españoles?