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Francia atraviesa una mala racha

martes, 15 de julio de 2014
Francia pasa por un mal trance. Por un lado, un ex presidemte de la República conservador, Nicolas Sarkozy, detenido por la policía y llevado ante la justicia a altas horas de la madrugada y por otro, una economía al borde del abismo que el gobierno del presidente socialista François Hollande trata de salvar "in extremis" conforman su preocupante actualidad a principios de este verano de 2014.

En efecto, es la primera vez en la historia de la V República que un presidente es imputado y los cargos contra él no son "peccata minuta": corrupción. tráfico de influencias y violación de secretos oficiales. Si se prueban, le podrían llevar al banquillo de los acusados precisamente ahora, cuando planeaba volver a la política activa, alegando la situación crítica actual de desgobierno, desorientación y quiebra del país, endeudado hasta las cejas.

Ante las cámaras de televisión TF1 y la radio "Europe numéro 1",
a donde acudió "motu proprio" después de su arresto, el ex jefe de Estado (2007-2012) relató los pormenores de su detención como un ultraje: fui llevado en un coche policial escoltado por cinco agentes, luego interrogado durante 15 horas consecutivas y conducido ante los jueces a las 2 de la mañana, tronó, ceñudo, en su entrevista televisada y radiada a la hora de mayor audiencia.

Me pregunto si todo ello no tenía como único fin el de humillarme o destruirme, declaró teatralmente también en otros momentos de la misma comparecencia Sarkozy, quien, al estilo de Silvio Berlusconi, arremetió contra los jueces de izquierda por someterlo a una supuesta persecución. Aunque existan varias, la gran acusación que se cierne sobre él como una espada de Damocles es la financiación con 50 millones de euros de su campaña electoral de 2007 por el dictador libio Muamar el Gadafi, que se investiga ahora de nuevo para desdicha del hábil y locuaz político que como se dice en francés "n'a pas la langue dans la poche" (no tiene pelos en la lengua), encuentra respuesta para todo.

Pero en esta oportunidad está metido en un buen lío, la justicia le cerca, sólo le defienden los mas fieles. Malos tiempos, pues, para el otrora todopoderoso Nicolás Sarkozy. De fuerte personalidad, los españoles le mostraron su agradecimiento por su colaboración decidida en la lucha contra ETA que mereció la concesión de la máxima distinción de la orden del Toisón de Oro otorgada por el rey Juan Carlos.

LA DERECHA FRANCESA EN ENTREDICHO

Como las desgracias nunca vienen solas, su partido, la "Unión por un Movimiento Popular" (UMP) ha entrado paralelamente en crisis. Su presidente, Jean-François Copé, ha tenido que dimitir por un asunto aún no aclarado de corrupción, una situación de bancarrota de las cuentas del partido que adeuda 46 millones de euros. Acéfala, la otrora poderosa formación conservadora durante décadas pasa por el peor momento de su existencia y puede llegar a desaparecer, lo que aunenta el presente malestar galo, el clima de delicuescencia que embarga al país transpirenaico. En consecuencia, líder y partido de la derecha están en entredicho.

De un tiempo a esta parte, hay que contar con una nota indeseable en la política gala, el auge del partido ultra Frente Nacional, cuyos eslóganes racistas de "inmigración cero" o "expulsión de los extranjeros" sonrojan a los demócratas. Su lideresa, Marine Le Pen, envalentonada por el buen resultado de las elecciones europeas que convirtieron a su partido en la primera fuerza política francesa de la Eurocámara, es ya admitida desde hace tiempo como una política normal, a pesar de su ideario ultramontano y los exabruptos racistas de su padre, Jean-Marie Le Pen. Se trata de una peculiaridad más de la decadencia moral francesa de estos tiempos.

REMEDIO DE CABALLO

No se recuerda en la República Francesa una época peor: subversión de valores, desmoralización, derechización, incertidumbre y penuria en la segunda economía de la Eurozona. La nación acumula datos preocupantes, basten tres: crecimiento anémico de la producción anual en 2013 (0,3%), apabullante deuda pública de 93% del PIB (Producto Interior Bruto) y alta tasa de paro de más del 10% de la población. "Aux grands maux, les grands remèdes" (A grandes males, grandes remedios), el presidente François Hollande y su primer ministro, Manuel Valls, aplican al enfermo un plan digno del legendario Dracón griego, aprobado por la Asamblea Nacional esta semana que consiste esencialmente en un drástico recorte de gasto público para ahorrar la exorbitante cantidad de 50 mil millones de euros en tres años, anunciado en vísperas de que los franceses salgan de vacaciones para amortiguar el impacto.

Gobiernos sucesivos de derecha e izquierda no han tomado medidas de ahorro durante años y ahora Hollande tiene que hacerlo presionado por la Unión Europea aunque no lo admita publicamente y a marchas forzadas.

Las decisiones económicas anunciadas por el Elíseo, tachadas de neoliberales, consisten en fuertes rebajas para las empresas en cuanto a cotizaciones sociales e impuestos y una píldora amarga, la disposición más polémica: la congelación de las sacrosantas pensiones que tendrá el efecto de un electrochoque en la sociedad, según annuncia la prensa. Tres sindicatos rechazan este "remède de cheval" (remedio de caballo), adelantan ya un otoño caliente de movilizaciones y manifestaciones para la "rentrée" (vuelta) a partir de septiembre al tiempo que 33 diputados socialistas se han abstenido en la crucial votación de apoyo al Gobierno en la cámara baja.

¿Puede Hollande arreglar Francia? se pregunta el semanario norteamericano "Time" en su portada probando la atención que suscita el caso francés al otro lado del Atlántico. Decididamente "la France traverse une mauvaise passe", pasa por una mala racha.

Todo ello acentúa la proverbial "morosité" (hipocondría) de nuestros vecinos del norte, es decir, su carácter taciturno y su mal humor y enfado permanentes, descontentos ahora además con su clase política.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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