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Libertad de cátedra: ¡no es eso!, ¡no es eso!

viernes, 11 de julio de 2014
Hace pocas fechas nos contaron los medios que una de las pruebas de secundaria para valorar conocimientos de inglés, en una zona de nuestro variopinto país español, consistió en pedir a los chicos “¿Qué debería hacer el nuevo partido político para cambiar realmente la política española? Imagina que un amigo tuyo está pensando la posibilidad de votar a Podemos . Aconséjele no hacerlo y dale una razón para ello en no menos de 80 palabras". Pronto surgieron las críticas y los profesores se defendieron “agarrándose a la libertad de cátedra”. ¿Qué libertad de cátedra disfrutan estos profesores?, ¡no es eso!, ¡no es eso!.

Vamos a ver, los chicos eran de los mejores alumnos, con una nota media de 8,5, por tanto, se pusieron a pensar, estoy en una autonomía gobernada por el PP, la convocatoria de Excelencia la hizo la Consejería de Educación, lo mejor es que no estropee la nota. Si me enfrento, puede haber alguien que no lo entienda y confunda la libertad de expresión con rebeldía y me baje la nota a un suspiro, por tanto ¡a dar sebo!. Algún otro, seguro que respondió contento porque era lo que sentía en el fondo, y un tercer grupo mentirían abiertamente para bailarle el agua , a la vez que reírse por debajo, de los que habían planteado la cuestión.

La respuesta a esa pregunta no supone que los alumnos se hubieran informado en profundidad, claro que bastaba haber escuchado la crónica del corresponsal de la BBC en España, desconozco si la imprimieron los profesores y se la repartieron a los chicos. No queda claro si los chicos debían argumentar lo que decía el periodista o a partir de iniciativa propia, en este caso , si no disponían de lecturas anteriores la respuesta iba a ser simplemente afectiva, sentimental, casi sin argumentos. Estoy totalmente de acuerdo en que fue inadecuada e improcedente, pero además añado parcialista, sesgada, intencionada y manipuladora, por tanto, doctrinaria. Con lo bien que hubieran quedado si inquiriesen “¿Qué te parece el nuevo partido Podemos? Valora su programa”. De esta forma el chico dejará ver lo que ha leído, y si conoce el programa, él se sitúa como un analista crítico, para valorarlo y a la vez no sentirse juez y parte, o sonrojarse por la intromisión en su compromiso político en el que no debe hurgar ningún profesor.

Algunas veces, en clase, tenemos que hacer cualquier ensayo didáctica para atraer la atención de los alumnos, aunque sean de último año de carrera. Recuerdo que a mí se me ocurrió montar una práctica de debate periodístico, después de haber expuesto los modelos de comunicación en los autoritarismos.

Primero dediqué a la teoría unas cuatro clases y después convoqué a los alumnos para la práctica. Antes de comenzar el debate pedí voluntarios para defender a los bolcheviques, y voluntarios para defender a los nazis, alguno hubo. Yo ya tenía pensado cambiar los papeles, así que pedí a los bolcheviques que actuasen como defensores de los nazis y a estos de los bolcheviques. Lo primero que se oyó fue ¡aaaaah!, era muy fácil agarrar el cuadro que yo había dado y repetirlo con más o menos convencimiento. Interpretar los papeles al revés les exigía un esfuerzo mayor. Para complicar un poco más el tema, la pregunta de arranque la hice yo ¿Que grados de libertad de expresión disfrutan los bolcheviques que no disfrutan los nazis?. Bien, fue bonito, pero tienen que prepararlo para que dé juego.

Hay una interpretación equivocada de la libertad de cátedra. Las cátedras están organizadas por asignaturas, las asignaturas están sujetas a un programa acordado y consensuado por los profesores que lo van a impartir, y que se comprometen a dar esos conocimientos y no otros cualquiera, también saben que tienen que hacer exámenes, corregirlos y valorar a los chicos con quienes deben mantener una relación abierta ante cualquier tipo de consulta.

Fue conocido el caso de aquel profesor que impartía algo así como estructura de la comunicación corporativa, pero se pasaba el año hablando a los chicos de ética periodística. Los alumnos estaban desconcertados, llegaban los exámenes y les preguntaba un tema que ni había mencionado en clase. Resultado , todos suspensos. Los alumnos se organizaron y en tres años no se volvió a ver al profesor por las aulas, antes le habían llamado al orden varias veces y la inspección le pidió que abandonase “su libertad de cátedra”.

Algún profesor hay que preparó los siete primeros temas y dejó los trece últimos hibernando para tiempos mejores. No puede este docente defenderse, los alumnos se quejaban “hemos dado siete veces el origen de la imprenta, pero nunca llegamos al siglo XX”. La razón les pertenece a los chicos. Siempre es bueno comenzar las clases facilitándoles el programa donde, además del temario, viene la metodología a emplear y la forma de evaluar la preparación de la asignatura.

Para terminar ¿existe la libertad de cátedra?, sí existe, consiste en la libre interpretación del tema que exponga. Todos sabemos que hay temas que podemos defender o podemos condenar a priori, no se debe hacer, mejor es explicarlo y que el alumno saque sus propias conclusiones. Pero sabemos que el sólo hecho de tratarlo indica ya un acercamiento al mismo. En eso consiste la libertad de cátedra en hacer el enfoque libremente de la materia a tratar. El economista que dicta una clase sobre la globalización económica puede alabarla o vituperarla, pero nunca debe ignorar el tema acogiéndose a la libertad de cátedra.
Cal, Rosa
Cal, Rosa


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