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Marine Le Pen: el extravío de Francia

miércoles, 04 de junio de 2014
Jean-Marie Le Pen, el viejo tribuno de extrema derecha había adornado con una de sus perlas negras la campaña francesa para las elecciones europeas cuando dijo: "el señor Ébola podría arreglar el problema demográfico de África en tres meses". Una "boutade" (exabrupto) con maldita la gracia, ya que el terrible virus del Ébola, muy contagioso y mortal tras fiebres hemorrágicas, está de actualidad porque ha rebrotado en Guinea y Sierra Leona.

Al furibundo racista blanco tanto le da, se trata de negros. Este valetudinario fundador del partido Frente Nacional (FN), de 85 años, acaba de ser reelegido - europarlamentario en una circunscripción del sureste de la "Douce France". Y por abrumadora mayoría, se trata de una muestra más de la subversión de valores que aflige a la sociedad francesa hoy en día.

Por muy terrible que parezca, su salida de tono no era más que un síntoma premonitorio del tsunami político que supuso para nuestros vecinos del norte los citados comicios europeos del 25 de mayo último, un verdadero armagedón democrático en el que Francia pareció haber perdido pie. Para decirlo con una expresión que hemos heredado del francés, moralmente representa una auténtica debacle.

Como signo premonitorio fuerte, la hija del octogenario político, Marine Le Pen, de 44 años, había ganado de forma rotunda las citadas elecciones consiguiendo 24 diputados en el Parlamento Europeo. Un relámpago en un cielo azul.

PULSIONES ULTRAMONTANAS

Visto ahora en perspectiva como nos permite este análisis, tal acontecimiento sin precedentes se nos presenta como un terremoto político que arrambló con un 26 por cien de los sufragios y constituyó el primer éxito de la formación derechista en sus 52 años de historia, que no podíamos dejar de comentar. Marine Le Pen tuvo así una estruendosa entrada en la escena francesa y, por ende, europea. Su victoria, que convirtió al Frente Nacional en el primer partido de Francia, resaltó aún más porque se desfondaron tanto la derecha tradicional como la izquierda, es decir, la UMP ( Unión por un Movimiento Popular), que bajó a un 20% y el Partido Socialista (PS), hundido en un 13,8%. Es una buena paradoja: los antieuropeos avanzan en el Parlamento Europeo.

Además, la señora Le Pen no se durmió en los laureles. Inmediatamente después de su espectacular éxito, sin perder comba, anunció una conjura de partidos eurófobos. Y en una multitudinaria rueda de prensa en el Parlamento Europeo realizada al alimón con Gert Wilders, del Partido Popular por la Libertad y la Democracia de Holanda, ambos proclamaron la creación de una coalición de formaciones políticas europeas sderechistas afines: la Liga Norte italiana, el FPO austríaco y el Vlams Belang belga, cinco formaciones fachas en total que suman 38 eurodiputados y se presentan en son de guerra. Pero afortunadamente necesitarían otros dos partidos más para formar grupo palamentario y tendrían que convencer al británico UKIP de Nigel Farage, que no quiere saber nada de lo que huela a nazi, y al nonato Tea Party aún en agraz.

EL DESCONCIERTO FRANCÉS

Visiblemente encantada por el vuelco del voto a su favor, una sonriente Marine Le Pen pletórica, que no podía ni quería ocultar su satisfacción, pretendió aprovechar de inmediato su triunfo y pidió nada menos que la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones, es decir, peras al olmo, porque sabe a ciencia cierta que no se pueden extrapolar así como así los votos de unos comicios europeos a los generales.

Los ciudadanos votarían sin duda de foma distinta si fuera para elegir a sus diputados nacionales, en esta ocasión se designaba a los miembros del Parlamento Europeo y se podían permitir el lujo de un voto de castigo o de protesta sin consecuencias en su vida cotidiana. No obstante, el aldabonazo retumbó por toda Francia y por toda Europa.

El primer ministro francés, Manuel Valls, reconoció: "No es una alerta, es un seismo". Y François Hollande, cuya cota de aceptación del 18 por cien es la más baja de todos los presidentes franceses, tuvo que dirigirse a la nación por televisión a la hora de máxima audiencia desde su despacho del palacio del Elíseo para tratar de apaciguar los ánimos. Tras calificar de "dolorosos" los resultados de las urnas, hizo de tripas corazón e instó al gobierno a mantener el rumbo: cura de austeridad y duras reformas. Erre que erre, no se desviará del giro político emprendido hace dos meses para intentar sanear las arcas públicas.

Pero Francia se halla en uno de los tramces más ifíciles de la V República, "dans le desarroi" (desconcierto), como se dice en francés y cuadra bien a la situación actual.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


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