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Señales de seres queridos

miércoles, 16 de abril de 2014
Hace ya unos días, Julia, realizaba una pregunta en uno de los comentarios de mi blog. Quiero volver a hablar de ello, porque creo que se trata de una cuestión interesante. Y sin más misterios, dejo aquí parte de su comentario.

Julia: "... Tengo una duda hablando el otro día con una amiga que cree le pasa igual que a mi, por qué se nota más la presencia en el primer año que han fallecido? Por lo menos este es nuestro caso.

Ahora estoy pasando por momentos difíciles y por más que esté paciente y algo atenta no, noto ninguna señal de ellos. A veces si que me invade como mucha paz y protección supongo que taambién es una manera de decirme que están ahí... "

¿Por qué se nota más y con mayor intensidad la presencia de los seres queridos tras su fallecimiento? La respuesta es sencilla. Tras su marcha, quieren transmitirnos cómo se encuentran, si están bien, si necesitan algo. Y lo suelen hacer, a través de señales que podemos entender con cierta facilidad. Por ejemplo, oler su fragancia, escuchar su canción favorita, sentirles a nuestro lado aunque no les veamos, sentir una caricia, verles en sueños, etc.

El dolor ante la pérdida actúa como un resorte de protección; nos aisla, blindándonos a lo que sucede alrededor. Es tan intenso, que el resto de lo que ocurre a nuestro lado parece que no importa, hasta puede que carezca de sentido, dándonos así, tiempo para sanar, para integrar la pérdida. Es parte del duelo.

Una parte de nosotros, desea tener señales, comunicaciones y mensajes de nuestros seres queridos; y a la vez, el mismo dolor, lo impide. A pesar de ello, existen momentos en los que tenemos paz; la mente y el corazón están más tranquilos y con ellos, abiertos a escuchar y sentir. Y es entonces, en esos instantes, cuando podemos sentirles con mayor fuerza.

Eso no significa que sólo se comuniquen en ese momento, porque seguro que lo han hecho más veces, sino que es cuando estamos preparados para vivirlo.

Los seres que han fallecido, una vez que han transmitido su mensaje, se sienten "liberados". Hemos recibido su comunicación, la conocemos y sentimos. Ya está, trabajo realizado. Si querían decirnos que estaban bien y lo sabemos, ya no insisten más, ya tenemos la información que querían darnos.

Una vez que el dolor va remitiendo, estamos más abiertos, queremos, necesitamos sentirles, saber de ellos. Tenemos necesidad de ellos. Sin embargo, solemos olvidar que en el otro plano, la situación es distinta a la de la tierra. Pensamos que si nos acordamos de ellos con fuerza e intensidad, lógicamente nuestros seres queridos, también sienten lo mismo.

Están a nuestro lado. Algunos eligen estar con nosotros, por ser su deseo, por su amor, su misión, etc. Cuidan y velan de nosotros. Podemos recibir mensajes o información que deseen transmitirnos. En este caso, elegirán el momento adecuado para hacerlo. Podemos estar totalmente preparados para la escucha, para sentirles y no recibir información.

Son ellos, los que deciden cuándo, cómo, dónde, a través de quién, de qué manera, etc. Generalmente, cuando les llamamos o pedimos su ayuda, solemos recibir su respuesta, a veces, nos informan directamente; y otras veces, nos damos cuenta que hemos recibido una ayuda extra, su apoyo, en determinada situación de la vida, aunque no nos lo hayan dicho.

Resumiendo, es más fácil sentir la presencia de nuestros seres al principio, durante el primer año tras su fallecimiento, porque quieren comunicarnos cómo están ya que saben que necesitamos saberlo, pues nos reconforta y ayuda a integrar su marcha.

Una vez que han dado el mensaje, su presencia tiende a desaparecer, a ser menos palpable y evidente. Eso no significa que desaparezcan de nuestra vida, sino que ya no hay tanta prisa por dar un mensaje puesto que ya hemos recibido la información que necesitábamos conocer.

Hay un cambio de papeles, llega un momento en que somos nosotros los que deseamos saber más, estamos más abiertos y podemos asimilar mejor lo que deseen comunicarnos. Debemos tener paciencia, sabiendo que ellos, que ven y saben más que nosotros, escogerán el momento adecuado para hacerse notar, sentir y transmitirnos sus mensajes.

Tampoco debemos olvidar, que muchas de las señales que nos envían, son tan sutiles que a veces pueden pasar desapercibidas. Estemos abiertos a lo inesperado, dejemos la mente a un lado, y abramos el corazón a sentir, ver y percibir.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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