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Madrid, 11.03.2004

miércoles, 12 de marzo de 2014
Dos visiones poéticas de una inmensa tragedia:

11 de marzo de 2004

Oscuridad.
Guadalajara.
A la universidad.
Voy.
Camino bajo las farolas.
El frío intenso del no nato amanecer.
Duele el aire al respirar.
Crujen los charcos de hielo.
Crujen y se despedazan.
Al pisar los despedazas.
Subir al tren.
Silencio amanecido.
Sentarse. Cerrar los ojos.
Silencio sonámbulo que arrastra el cansancio.
Traqueteo acompasado.
Dormidos. Los pasajeros dormidos.
Al tren lo traga el amanecer.
A lo lejos la luz nace.
Nace la luz en Madrid.

Silencio en el vagón.
Silencio de cansancio.
Cansancio madrugón.
A las cinco de la mañana me levanté.
A las cinco madrugué para coger el tren.
Ese tren...
Silencio. Silencio.
El sol parpadeante atraviesa el cristal.
En la cara se me posa.
Descanso mejor.
Sueño vuelos levitando sobre campos de amapolas.
Levito, vuelo, voy buscando la luz blanca.
La busco, la luz blanca...
Alguien me abraza.
No veo.
La sangre cubre mis ojos.
No veo.
No duele pero estoy rota.
Soy una muñeca rota.
Alguien me habla.
Despierto.
Ya no levito.
Despierto.

..........

Limpio la sangre.
Respiro.
No puedo oír nada.
Pero al apartar la sangre veo.
¡Qué despertar tan horrible!
Destrozados.
Mutilados.
Sangre. Sangre.
No duele, pero estoy rota.
Soy una muñeca rota.
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Marzo de 2004


Salí de casa temprano.
Temprano.
Frío de Guadalajara invernal.
Subir al tren.
Calor en la cara.
Acomodada en el asiento.
La mochila cargada de libros.
La mochila es mi almohada.
A la Universidad.
Cada día, cada mañana.
Trayecto de dormir.
Dormir lo que no pude en cama.
11 de marzo. Invierno.
Invierno en Guadalajara.

No supe lo que pasó.
Dormía, no sentía nada.
Desperté entre sollozos.
Gritos, sangre...
Mucha sangre derramada.
Otra explosión horrorosa.
La noté, la sentí dentro.
Explosión junto a la cara.

La mochila.
Mi almohada.
Mi salvación.

Miré a todas partes.
Nada era igual.
Nada. Nada.

Magulladuras.
Mi cuerpo chocó contra todo.
Sangraba.
Sangraba, pero observando a los otros.
Vi que lo mío era nada.
Saqué el pañuelo del cuello.
Torniquete al más cercano.
Saqué los dos calcetines.
Torniquetes necesarios.
Saqué el gorro de mi pelo.
Se lo puse a aquel peruano,
que tiritando de frío,
Tendía hacia mí su mano.
. . . . .
Puse el anorak a otro.
Y la chaqueta y el chal.
Y aún más torniquetes:
Mi sujetador, mi cinto, mi pañuelo.
Y rompí la falda en tiras.
Y desde el cielo caían mantas.
Y caían sábanas.

Un cielo multicolor.
Amanecía en Madrid.
Madrid estaba llorando.
Yo miraba consternada.
Corría de unos a otros.
Ayudaba. Consolaba. Acariciaba.
A mí nada me pasara.
Madrid estaba llorando.
El cielo en Madrid lloraba.
Españoles, peruanos, marroquíes, indios, georgianos...
Cómo el dolor y la angustia.
Nos hacía a todos hermanos.
Cómo los blancos, los negros...
Todos solidarizados.
Todos ayudando a todos.
Todos sufriendo y llorando.
11 de marzo en Madrid, Madrid estaba llorando.
Guerrero, Dolores
Guerrero, Dolores


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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