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Amor, el camino a recorrer

jueves, 06 de febrero de 2014
Soy una privilegiada. Tengo la inmensa suerte de aprender todos los días de la mano de seres maravillosos, que están tanto en este plano llamado tierra como en otras dimensiones, o lo que es lo mismo, de los vivos y de los que ya han fallecido.

El contacto con los seres que han muerto y sus comunicaciones me permite ver, percibir y entender la vida y la muerte desde otra perspectiva, en donde las creencias religiosas, sean las que sean, parecen diluirse, siendo patente que es el Amor el que impera y reina.

Y es desde este Amor incondicional, el amor que transmiten los seres que han fallecido, donde las creencias personales, se van transformando, puliendo y adquiriendo otro punto de vista mucho más amplio, más abierto y más completo. Este Amor no juzga, no critica.

Poder transmitir los mensajes de los seres que han muerto a sus allegados, es muy reconfortante, aunque a veces, me resulta complicado poder comunicar con palabras todas las sensaciones que vivo y me muestran. ¿Cómo explicar el brillo que emanan los seres? ¿cómo definir, que la luz es brillante y no ciega? ¿cómo expresar el amor que siento y me rodea? ¿cómo comunicar a los seres que están aquí, que sus seres amados están bien, no sufren, que ha desaparecido el dolor, que el perdón, el amor y el agradecimiento son infinitos?

Ellos, los seres que han fallecido, son amor, amor infinito y eterno, dando igual la causa, las circunstancias de su muerte, ya sea por enfermedad, muerte accidental, asesinato, suicidio, una tragedia natural.... Por supuesto, cada caso es distinto. Cada ser tiene su propia historia que contar, sus recuerdos, sus experiencias, sus peticiones, sus consejos... Sin embargo, a pesar de las diferencias, hay un nexo de unión, y es el amor.

Tras la muerte, los seres, cada uno siguiendo su propio ritmo evolutivo, asumimos cómo ha sido nuestra vida, qué hemos vivido y cómo lo hemos hecho, dando mayor importancia a los momentos que nos proporcionan dicha que a las metas económicas y materiales conseguidas. Valorando más esos instantes en que fuimos felices que a veces pasan desapercibidos cuando estamos vivos. Suele resultar muy curioso y hasta chocante, escuchar a personas que en vida, su meta era el trabajo, el estatus económico, etc, transmitir que nada de ello importa si no existe el amor.

El amor es el origen y la llegada. Depende de nosotros cómo queramos vivirlo, compartirlo, desarrollarlo, potenciarlo u olvidarlo. Da igual, si le volvemos la espalda o huimos de él; el amor es perdón, es compartir, es aprender y evolucionar, es generoso y no entiende de rencor.

Es un lujo, poder aprender día a día de estos seres que nos recuerdan, que el amor es el motor, es la meta, y sobre todo, es eterno, infinito e incondicional.
Aurensanz, María Eugenia
Aurensanz, María Eugenia


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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