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Los escolares de primaria... nunca cambiarán

jueves, 09 de enero de 2014
Hay cosas que no cambian, pero para nada, y ya pueden pasar siglo y siglos que estoy convencido que siempre será igual, y si me apuras hasta de cuando Aristóteles era niño. Ayer, por eso de que a veces te llaman, me invitaron a un colegio para que los estudiantes de primaria (8 y 9 años) conocieran un escritor porque, por lo visto, hay quien cree que las letras en los cuentos aparecen así como así.

Ya ves tú, como en La Coruña no hay zoo, pues me invitaron no para que me leyeran, no, para que me conocieran, para que sepan que existimos y que si quieren puede tocarme e incluso echarme cacahuetes, total ya…

Pues entré en la clase y a los cinco minutos, cuando iba a hacer en el encerado un dibujo para explicar cómo se puede potenciar la imaginación, al no encontrar el borrador… un griterío oye… en plan «¡¡¡lo borro yo!!!, ¡¡¡lo borro yo!!!, ¡¡¡lo borro yo!!!».

No te exagero, pero de los veinte alumnos que eran, seis ya estaban levantados, se inclinaba hacia adelante en sus pupitres con la mano alzada, y mira, de eso de conocer a un escritor… nada de nada, pero de borrar y darle lustre al encerado… una afición, unas ganas…

Y cuando dije que podían copiar el dibujo… arredios para qué lo dije; un problemón el asunto… «y se puede con lápiz… y con boli rojo… y con azul… es que solo tengo verde… y con pinturas… y en papel cuadriculado… y en el de rayas… y…». Dios la de sitios y formas que hay para copiar un condenado dibujo, te lo juro que nunca tal imaginé.

Y tras poner orden… uno que levanta la mano y que si puede ir al cuarto de baño; como que soy yo internista o urólogo para decirle que no; pues no sé qué tienen los cuartos de baños de los colegios que se fueron cinco.

Y cuando ya estaba terminando… pues no se me ocurre otra cosa que decir que dónde está el profesor para que viniera, que me tenía que ir; joé que ganas de jugar al pilla pilla con el docente… como otros cinco que se levantaron y me dijeron que lo iban a buscar, que hasta pensé que si iban cinco a ver si realmente iban a buscarlo o a asesinarlo, que yo creo que con que fuera uno… pero allá se fueron tres y cuando llegó el maestro y vi que estaba vivo, a punto estuve de abrazarlo, pero me contuve.

Y eso sí, no sé que manía tiene estos niños, que los de los autógrafos les mola… así que estampé mi firma en todo lo que te puedas imaginar; pero no sólo papeles o en carpetas… sino en brazos, piernas, frentes, barrigas… y fíjate si estos chavales te influyen y te retrotraen a cuando eras niño, que justo, pero justo cuando me iba a ir miré hacia atrás, vi el encerado y por poco me sale: «¡¡¡lo borro yo!!!, ¡¡¡lo borro yo!!!, ¡¡¡lo borro yoooo!!!».
Guisande, Manuel
Guisande, Manuel


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