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Paraiso de la corrupción

miércoles, 04 de diciembre de 2013
Acabamos de conocer los resultados de un estudio realizado por la ONG alemana Transparencia Internacional, por los que España figura como el segundo país, después de Siria, en el que más ha crecido la percepción de corrupción durante el último año, un triste subcampeonato mundial, que inspira más vergüenza que entusiasmo.

La simple denominación de la ONG “Transparencia” ya parece, de por sí, un término incompatible con la esencia de España y todo lo español, país en el que el oscurantismo y el tapujo administrativo son verdaderas señas de identidad nacionales, llevadas a la máxima expresión por los representantes públicos, Casa Real, partidos políticos y sindicatos a la cabeza; pero ante esto, la pregunta que nos surge es inmediata: ¿Por qué ocurre esto en España y no en los países de nuestro entorno, con los que nos unen fuertes lazos políticos, culturales y económicos?

Sin duda, son múltiples los motivos que concurren en tan funesto resultado, pero por encima de todos destacaría los tres siguientes:

1.-La impunidad judicial que disfrutan, en la práctica y para nuestra desgracia, los representantes públicos, cuyos pilares fundamentales son la inexistencia de una Fiscalía independiente, la dependencia política de los tribunales superiores de justicia y la lentitud en la aplicación de la Ley.

2.-La profesionalización de la actividad política, potenciada y mantenida por la Partitocracia vigente, que ha sembrado nuestras cámaras de representación de personajes insustanciales, sin formación y sin un medio de vida bien definido, convirtiendo así a los representantes públicos en simples lacayos, sin criterio y sin personalidad propios, a las órdenes del aparato del partido, que es quien ostenta el verdadero poder.

3.-La inmensa tolerancia por parte de todas los poderes públicos y, en fin, el conformismo irritante de los ciudadanos que, cada vez más ninguneados por la casta neofeudal que los dirige y conscientes de la corruptela generalizada que impera en nuestras instituciones, se muestran incapaces de plantar cara a tanto desmán y mantienen una preocupante permisividad que va camino de convertir a este país en un lugar inhabitable para cualquier individuo mínimamente decente.

Mientras concurran estas premisas seguiremos siendo santo y seña de la corrupción mundial y, en consecuencia, lideres en todas las desgracias que esta conlleva: propaganda y demagogia antes que información y eficacia, paro, fracaso escolar, despilfarro y endeudamiento público, presión fiscal, etc. Un panorama nada estimulante para el desarrollo de cualquier actividad humana.
Durán Mariño, José Luís
Durán Mariño, José Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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