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El rapto de Europa

lunes, 02 de diciembre de 2013
El rapto de Europa REBROTE DE EUROESCEPTICISMO

Según cuenta Ovidio en Las Metamorfosis,y otros autores, Europa fue una princesa fenicia raptada por el dios Zeus convertido en un toro blanco, alegoría del toro sagrado y la doncella pintada espléndidamente por Tiziano en un lienzo memorable en tiempos de Felipe II, "El Rapto de Europa", tema que inspiró también a Rubens y a Rembrant e incluso a Pablo Picasso con un esquemático cuadro cubista. En el presente, mitos, leyendas y pinturas aparte, con el nombre de Europa sólo se conoce al Viejo Continente, 10,5 millones de kilómetros cuadrados de superficie, 139 millones de habitantes en la actualidad, una realidad geográfica y conceptual incontestable. Es el conjunto de naciones más culto, civilizado, avanzado y reglamentado del mundo, en el que se respetan más la ley y los derechos humanos, en paz desde 1945 después de innumerables y sangrientas guerras, dos de ellas mundiales.

Para bien o para mal, tenemos muy interiorizado el triunfo y la superioridad de Europa, por eso siempre choca el euroescepticismo que ahora rebrota.

El euroescepticismo es una corriente que aqueja a algunos de nuestros
conciudadanos, críticos y desilusionados con la construcción europea -lo mejor es enemigo de lo bueno-. Resurge siempre en periodos de crisis como el actual.

La edificación de la Unión Europea a lo largo de 56 años fue laboriosa y hubo que superar etapas cruciales como los Tratados de Roma de 1957 que crearon el Mercado Común, la implantación del Sistema Monetario Europeo en 1981, los Tratados de Maastricht (Mastrique) en 1993 y la institución del euro en 1999, pasos adelante obtenidos siempre por consenso. Es la primera vez en la Historia que se crea de forma democrática y sin violencia, por acuerdo mutuo, una federación tan importante de países con una moneda, el euro, que se ha situado en 14 años entre las grandes: dólar, rublo, yen, yuán. La Unión Europea es un éxito.

CABALLO DE TROYA

Ahora bien, sería antieuropeo renunciar a la autocrítica y no poner en tela de juicio continuamente el proceso enmarcha. ¿Es Europa una gran ilusión que nunca se cumplirá?, sostuvieron grandes historiadores liberales como el británico Tony Judt en un ensayo que plannteaba preguntas que aún siguen estando vigentes. Mi eurooptimismo me inclina a pensar que no; lo que sucede es que la idea de Europa es como la democracia, una tela de Penélope que hay que tejer día a día, si se abandona empieza a deshilacharse y con el tiempo podría llegar a romperse.

Naturalmente, los tratadistas enjuician el proceso integrador de la Unión de forma crítica.

Detengámonos en los euroescépticos que cabalgan de nuevo cuando su
movimiento parecía superado y olvidado. Declive demográfico, incesante
inmigración con predominio musulmán, estancamiento económico son
señalados como signos premonitorios de la decadencia europea que viene pero que no acaba de percibirse bien. No obstante, los títulos de los libros
estadounidenses que la describen son harto elocuentes: "Últimos días de
Europa", "Epitafio por el Viejo Continennte", "El fin del mundo como lo
conocemos", "Inmigración, islam y Occidente" forman todo un corpus de
pensamiento europesimista que se recoge por ejemplo en las ideas del ensayista conservador norteamericano Robert Kagan expuestas en su ensayo "Poder y sensibilidad", biblia reaccionaria cuyos postulados parecen volver a estar de moda y que opone la fuerza norteamericana a la debilidad europea, olla de hierro contra olla de barro.

En el fondo se trata del sempiterno enfrentamiento entre el mundo anglosajón y el mundo latino, Gran Bretaña ingresó en la Comunidad Europea en 1973 porque le convenía y a regañadientes ya que considera prioritaria su relación bilateral con EEUU, rechaza una mayor integración política de los Veintisiete por añoranza imperial y es extremadamente celosa de su autonomía e independencia. Hoy por hoy, se ha convertido en un caballo de Troya en la Unión Europea y muestra un euroescepticismo descarado.

LA EXTREMA DERECHA ES EUROESCÉPTICA

La novedad es que toda esta Europa en la que se confiaba y que se sostenía
mal que bien ha entrado en crisis desde hace algún tiempo. Y que los españoles han perdido la fe del carbonero respecto a a la Unión Europea.
Baste un indicio para probarlo, un dato inesperado, en 2012 España fue el tercer país más decepcionado por la Unión después de el Reino Unido y Finlandia según el Eurobarómetro del mismo año, clasificación insólita para una nación que todo mundo creía muy europeísta. Menos mal que este sentimiento no ha disminuido entre los más jóvenes, pero la luna de miel de los españoles con el ideal europeo se ha trocado en luna de hiel como reza el dicho, seguramente por coincidir con una crisis económica, financiera y de valores sobre la que los responsables europeos, desconcertados, no saben aún como actuar, lo que resulta sin duda una noticia preocupante.

Paralelamente asistimos además al reforzamiento de las posiciones
antieuropeístas del euroescepticismo y a la asociación de formaciones
ultranacionalistas, una ola que se encrespa. Las elecciones europeas de mayo aún están lejos pero los partidos derechistas se preparan y para ello han urdido la Alianza Europea por la Libertad, un conglomerado de grupos populistas de siete paises unidos contra la inmigración y contra la idea de Europa: son agrupaciones de Francia, Bélgica, Holanda, Austria, Dinamarca, Suecia e Italia, una anti Europa del egoísmo y de la insolidaridad, del sálvese quien pueda.

Para llegar a los 25 escaños en la Eurocámara necesarios para formar grupo parlamentario propio todavía les queda mucha tela que cortar afortunadamente.

España ha sido tradicionalmente un país europeísta, el europeísmo era una
seña de identidad de los demócratas bajo la dictadura de Franco, por eso nos hemos quedado de una pieza al saber que la confianza de los españoles en las instituciones europeas ha caído en diez puntos según el último Eurobarómetro.

Un dato suplementario que confirma que el europresimismo se ha puesto de
moda. Pero atención, de nuevo vale la cita de Ortega, si España es el
problema, Europa sigue siendo la solución.
Acuña, Ramón Luis
Acuña, Ramón Luis


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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