Juego de hipócritas

En un país como el nuestro en el que, desde distintos ámbitos políticos e institucionales, se ha justificado en repetidas ocasiones la estafa de las participaciones preferentes perpetrada por la banca en perfecta simbiosis con la casta gobernante, con argumentos tan irracionales y despiadados como que ancianos octogenarios que habían sellado sus contratos firmando con el dedo porque no sabían leer y escribir, conocían perfectamente el producto financiero que estaban contratando, sorprende sobremanera lo acontecido con el gerente del Partido Popular de Castilla-La Mancha, don José Angel Cañas.

El citado personaje, abogado de profesión y responsable de las finanzas de los populares castellanomanchegos, se ha visto implicado en el caso Bárcenas y ha sido llamado a declarar, como imputado, ante el juez Pablo Ruz por el supuesto cobro de 200.000 euros, procedentes de comisiones entregadas por la compañía Sacyr, como soborno, para obtención de concesiones en el ayuntamiento de Toledo para su filial Safi. Tras haber reconocido la autenticidad de su firma en el “recibí” correspondiente, el cándido don José Angel negó haber recibido dinero alguno y trató de eludir su responsabilidad en la trama argumentando “que no sabía lo que firmaba y que firmó porque el señor Bárcenas era su superior y le obligó a ello y porque creía que se trataba de un documento de carácter interno”.

Si el nivel de la abogacía castellanomanchega y de los gestores del Partido Popular está al nivel de comprensión del lenguaje escrito que refleja el tesorero popular, no debe extrañarnos que el nivel general de los políticos del PP sea el que es y menos aún que los miles de víctimas de las múltiples estafas perpetradas en la España democrática, generalmente ahorradores de condición humilde y con escasos conocimientos económicos, hayan caído en la trampa tendida por sus estafadores. Lo más preocupante es que, a este paso, no tardaremos mucho en ver en algún juzgado a la infanta declarando que no conocía de nada a don Iñaki o a Dolores Cospedal negando que existan las empresas en las que ha colocado como consejero a su brillante marido. Y es que, en este país, la hipocresía política ha alcanzado límites que rayan en lo sublime.