Rescatar del olvido

Lírica que nace del impulso irreprimible de tocar el cielo con las yemas de los dedos. Perspicacia que brota de su garganta sensible, de una fuente donde todo tiene el olor, el sabor y el color que emana de las palabras. Capacidad única para desatar, ahora y siempre, una tormenta feroz en lo más profundo del alma. En el alma del poeta. Turbia e irreconciliable con el cosmos, recoge en cada verso el fragmento de un ser escindido en los mil pedazos de una vidriera colorista. Los busca en los últimos rayos de sol que caen cuando muere el día, en el verbo pronto de las niñas pizpiretas con pecas y coletas rojas, en el sabor de un guiso servido sobre una mesa de madera y ante un fuego crepitante donde se consumen los últimos secretos contados a los amigos. Pero los busca también en el desgarrador alarido de una madre que ve morir a su hijo, en la pesadumbre del perdedor cabizbajo, en la nostalgia de un sueño perdido o en la sórdida sensación de alivio y muerte de una jeringuilla imperdonable clavada en el antebrazo de un adicto. Y los encuentra. Los reúne para perderlos de nuevo. ¡Otra vez comienza la búsqueda! Y con ella, nos regala a todos sus versos. Tienen ora la punta de un pincel espeso que representa la histeria en trazos curvos, ora todo el carácter ronco de la voz aguardentosa de una canción de Bonnie Tyler. Se empapan, se columpian, se caen y se levantan, se alimentan de arte y sólo arte son.

Desempolvar las páginas de los libros antiguos, posada de la sabiduría con la que nos agasajaron los clásicos, es una oportunidad única para rencontrarse, una y mil veces, con toda esta pulsión literaria que aún permanece viva en el latir de ediciones facsimilares. A todo aquel interesado por este descubrimiento lírico, le invito a pasear por la hilera de puestos, refugios del saber situados en el Paseo dos Leóns de la Alameda de Santiago, que conforman la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Periódicos, revistas, cartas postales o ediciones originales de libros de cualquier naturaleza abandonados por el tiempo. Joyas perdidas que ahora podemos recuperar, hasta el día veintiuno de este mes, para conservar por siempre en nuestra memoria.