La financiación de los partidos

Que Bárcenas es un presunto chorizo, como chorizo resultó ser Roldán ante la sorpresa de los miembros del PSOE de la época, es un hecho irrefutable que todos los periodistas del Estado han comentado hasta la saciedad, por lo que a mí ya dejó de importarme el caso, aunque sí me interesa la reacción del actual presidente del gobierno, de su ministro de Hacienda y de la cúpula del Partido Popular.

¿Por qué? Con su mayoría absoluta, mis amigos, tienen Rajoy y los suyos la gran oportunidad de, una vez por todas, acabar con la corrupción, el cáncer de esta España enferma que hay que llevar inmediatamente a esa unidad de Urgencias de un Hospital mermado por los recortes.

—- ¿Cómo se corrompe un político aquí y en la China de Josep Lluís?

Fácil, se le ofrecen sustanciosas comisiones a cambio de millonarias adjudicaciones de obras o servicios. El corrupto suele tragar, aunque quiero pensar que una gran mayoría de los políticos no lo hizo nunca.

De todas formas… ¿Cómo puede adjudicar grandes obras un solo señor? ¿No tendría que contar con la complicidad de sus compañeros de consejo o de gobierno?

En teoría eso debiera ocurrir, pero el corrupto es el hombre clave porque es el único que tiene línea directa con la dirección del partido y habla siempre en nombre de ella…

—- ¡Hay que adjudicar esta carretera a esta empresa porque es cosa del partido!

Y todos suponen que el empresario equis es uno de los que financian las campañas millonarias, esas sedes a todo lujo, los coches oficiales y hasta los sueldos de los dirigentes, porque para los manzanillos siempre llega lo que se recauda legalmente.