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La Puerta de Santiago, un vestigio del Camino

jueves, 18 de abril de 2013
Memoria de Lugo
El Camino Primitivo

La Puerta de Santiago, un vestigio del Camino en el siglo XVIII

Por lo menos hasta el siglo XVI, la Porta de Santiago fue una puerta de uso privado del Cabildo y sus sirvientes, para salir hacia el Baño, al río Miño para lavar, a la Casa de la Viña y al inmediato Regueiro dos Hortos, en donde tenían los canónigos las huertas para abastecerse de hortalizas por lo que su uso por los peregrinos tuvo que ser a partir del siglo XVI al ceder el uso al obispo en 1589.

En el libro de difuntos de la parroquia de San Pedro, figura la defunción de un peregrino. El 5 de octubre de 1788, día de San Froilán, murió de repente en la calzada del puente de Lugo, Jacobo Jacquet, un peregrino suizo natural de Grola en el cantón de Friburgo. No pudo recibir los santos sacramentos y fue enterrado el día 7 en la iglesia de San Marcos, destinada a enterramiento de los pobres. Constaba en su licencia que había servido en el regimiento francés de Diesbach.

Por ser Lugo ciudad de señorío episcopal, la muralla pertenecía al obispo que era conde y señor. Fue don Juan Ruiz de Villarán (1587-1591), el que hizo saber al Cabildo que la puerta era suya, como señor temporal de la ciudad, y aunque en aquel momento tuviese la llave el canónigo Benito, la tenía de su mano el Cabildo para su servicio y que por ella pudiesen entrar y salir sus familias.

El obispo les daba la llave para el servicio de sus casas y personas, con la condición de que la tuviesen a su obediencia y voluntad, es decir, a su disposición, cuando hubiese guerra, hambre, peste o cualquier adversidad, estando obligados en estas circunstancias a abrir y cerrar la puerta los días y horas que ordenase.

El 15 de septiembre de 1589 el obispo manifiesta su deseo de pagar todo lo que costase el arreglo de la puerta del Postigo, pues era frecuente que la rompiesen aquellas personas que no tenían derecho a usarla, con todo lo que se había hecho, tanto de paredes como de puerta de madera, con la condición de que le diesen la llave y la puerta por suya. Dio orden de que los 150 reales que le había entregado al canónigo Carballos, fuesen devueltos a la catedral, y el resto, que eran unos 30 reales, encargaba a su mayordomo que los pagase de su canonicato a los fondos catedralíceos. De esta manera todos los canónigos, por unanimidad, cedieron al obispo el derecho que tenían sobre la Puerta.

Como se desprende de la documentación, era una puerta de uso privado de los canónigos, pues recordemos que vivían en la calle inmediata llamada por esa razón dos Cregos. Al otro lado de la muralla, no sólo tenían las huertas que los abastecían de verduras en el Regueiro dos Hortos, sino que hasta en Recatelo estaba su matadero y obliga, la fuente de la Magdalena y unos metros más abajo el palacio de Miraflores o Casa de la Viña, residencia de verano del obispo. Todo esto hace suponer que en esta época los peregrinos no la utilizaron y que salían por la Pórta Miñá.

La reforma del obispo Izquierdo

Desde su reforma en 1759 a expensas del obispo fray Francisco Izquierdo, es una puerta fundamentalmente de salida, en la que se recuerda al caminante que por allí se va a la ciudad del Apóstol. Esta es la razón por la que se coloca la decoración por la parte interior. Pero tal vez se está también recuperando la función religiosa que tenían otras puertas que estaban en funcionamiento, como la de San Pedro, dedicada a la virgen de las Ermitas, la Porta Nova, a Nuestra Señora de los Remedios, Santa Bárbara y Santa Mariña, o la Miñá dedicada a San Ramón, sustituyendo el primitivo cuerpo de guardia que hacía de capilla por una hornacina.

Ignoramos quien fue el autor de esta obra barroca. María Dolores Vila Jato la atribuía al maestro de obras de la Ciudad, Domingo Francisco Eitor. Pero también residía en Lugo Alexos Frieixo Carballo, aparejador de la obra del acueducto y de las fuentes, de las que fue arquitecto fray Manuel de los Mártires. Si intervino como maestro en las fuentes de la Praza Maior y la del Campo, es posible que hiciese esta obra, de similar factura. Otro de los maestros, al que también se le podía adjudicar la autoría, es José González Sierra, que aparece en esta época realizando peritaciones, obras públicas y privadas.

En 1761, el papa Clemente XIV, en una carta laudatoria a fray Francisco Izquierdo, entre las obras que enumera como digna de su pontificado, está la construcción de esta puerta, sobre cuyo arco hay una hornacina que da cobijo a la imagen de Santiago Caballero, y debajo el escudo del prelado y el año de la reconstrucción.

La iconografía tiene un carácter jacobeo, ligada al mismo tiempo a la Orden de Santiago y a las ecuestres. Pero también tiene su tradición en la historia eclesiástica de la ciudad, en la que hubo desde muy antiguo, una parroquia bajo su advocación.

El Postigo, una puerta romana transformada en la Edad Media

La que hoy conocemos como Puerta de Santiago, en el siglo XII le llamaban Postigo, Posticu, Porticu y en la Edad Moderna, Pexigo. De este nombre cabe deducir que el postigo era un paso estrecho que se abría en otra puerta más grande, de madera o de piedra. Lo más probable es que la antigua puerta romana adaptase su anchura al paso de una persona convirtiéndola así en una puerta de menor importancia y uso restringido, como lo debió de ser en la misma época la Porta das Torres do Conde o Falsa que en el siglo XIV tenía el mismo nombre.

Desconocemos como era antes de la reforma efectuada en 1759 por el obispo fray Francisco Izquierdo y Távira (1748-1762). A partir de ese momento la puerta se conoce como de Santiago, por ser la salida a la carretera que conducía a esta ciudad y por tener en una hornacina una imagen de Santiago Caballero.

Por los datos obtenidos en las prospecciones arqueológicas efectuadas en 1998 parece que la puerta actual es una modificación de otra romana, con estructura similar a la Miñá. Teniendo en cuenta que el nivel original está a varios metros de profundidad tal vez el paso actual se encuentre a la altura del primitivo cuerpo de guardia.
De Abel Vilela, Adolfo
De Abel Vilela, Adolfo


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