Legado templario a un Ilustrado

Ni afirmo, ni lo niego. Es como la existencia de los siete círculos exteriores, los tres interiores y en el centro el núcleo del conocimiento que sólo comparten los iniciados de la Orden del Temple. Símbolo circular que se inspira en la forma del templo de Salomón, a la que deben su nombre los monjes-soldados que da cobertura el rey Balduino en la primera cruzada de la cristiandad cuando se funda el reino cristiano de Jerusalén.

Esos conocimientos para una minoría, junto con la devoción platónica a su Dama, compatible con los votos de castidad, hacen que la caballería del Templo, dedique sus nobles empresas a María Magdalena, o en todo caso, a la figura con rasgos negroides de la Diosa Isis, madre de la fertilidad, la sabiduría y representante de la Tierra, que encuentran por su estancia en Egipto, dónde hay decenas de cruces templarías en los muros del templo de la isla de Philae, esculpidas por los soldados del Rey de Reyes.

Así pudo suceder que, aquel muchacho nacido en 1749 en el lugar de Ferreirela, de la parroquia de Santa Eulalia de Oscos, que estaba interno en el Monasterio de Villanueva de Oscos, hoy en ruinas, dónde adquiere sus primeros conocimientos, realiza lecturas de libros de caballería, quizá causa de un sueño, en el que un caballero Templario, le inicia en el conocimiento sobre un lugar para el que está predestinado.

Ese lugar, al otro lado del Eo, capaz de proporcionarle: agua, madera para carbón vegetal y mineral, está bajo la advocación de una Virgen morena; esas que desde oriente traen a occidente los Caballeros Templarios. Está preparando desde el subconsciente, sin saberlo, lo que a finales del siglo XVIII será la aventura de Sargadelos, pero que tendrá su cita mágica con Santa María de Rúa, dónde se venera a la Virgen -morena- de la Candelaria, primero fiesta celta de la luz _Imbolc-, después recuerdo judaico de la Presentación del Niño en el templo o de la Purificación tras la cuarentena del alumbramiento del Hijo de Dios, o también Santa Brígida, que dice la tradición, estuvo viviendo en la oquedad del árbol sagrado de los Druidas Celtas, el Carballo gallego, y que habita en los bosques de los montes de Rúa.

La Ilustración tiene dos connotaciones que son el destino de Ibáñez: Los nuevos conocimientos, a los que llegan y comparten personajes incomprendidos y perseguidos por la reacción. Será el caso de Jovellanos, masón e ilustrado, enemigo del Santo Oficio de la Inquisición, y que toma los esfuerzos de Ibáñez para conservar y preservar la riqueza forestal para su Ley de Montes. Al mismo tiempo, tales conocimientos llevados a la sociedad, provocan el odio de clérigos e hidalgos, que ven disminuir su poder sobre el campesinado en la medida que se hacen trabajadores de la nueva industria.

De todas estas cuestiones, mitad leyenda, mitad historia, hablaremos en el pregón de la primera fiesta del año. Las Candelas de Santa María de Rúa, en el Concello de Cervo, dónde asienta la factoría de Sargadelos, gracias a la recuperación, que hacen en su momento, Isaac Díaz Pardo y Luis Seoane.