Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Homenaje a D. Francisco Rivera Casas

jueves, 27 de septiembre de 2012
HOMENAJE A D. FRANCISCO MOISÉS RIVERA CASAS CON MOTIVO DEL PRIMER ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO.


Siempre pensé que la vida es un barco donde navegamos buscando, en la noche de las tinieblas de nuestra propia ignorancia, un faro que nos guíe al puerto de la luz, de la verdad. Siempre he creído que aramos esa gran finca azul con el barco de papel de nuestras ilusiones para en ella sembrar sueños y pescar las estrellas que alimenten nuestro espíritu para el camino de la generosidad. Es un barco que ha de pescar flores y sirenas, -Maruxainas incluidas- que ha de caminar entre tormentas y peñascos, y que ha de regresar fatigado, sin banderas y sin mástil, pero si repleto de la sabiduría que supone el esfuerzo, la plena dedicación, el continuo reciclaje… en definitiva, el ejercicio del amor.

Barco, que en tierra puede ser árbol con sus raíces y que crece dando frutos, y que demasiadas veces se riega con lágrimas, porque la tierra es yerma para todo aquello que signifique educación, cultura y progreso.

Se reían los antiguos griegos cuando el Filósofo, que buscaba a un hombre, desplumó a un pollo porque era un animal bípedo. Yo no me reiría. Hay hombres pollos-abundan en política- y sobre todo, animales cerdos. Bípedos y cuadrúpedos. Porque, como diría el maestro de nuestro homenajeado el poeta Bécquer: ”Yo no sé si este mundo de visiones vive fuera o dentro”. Porque yo desde dentro también veo una fauna fatua, mercantil, soberbia, ignorante…y mil veces distante de nuestro Personaje.

Un barco, un árbol y un hombre que sabe vivir, amén de imágenes literarias, son tres paralelas convergentes. No imposibles de converger, sino con idéntica trayectoria.

El trece de septiembre de 2012 recordamos la memoria de un Hombre -la palabra hombre requiere la mayúscula- que supo vivir creyendo en lo que verdaderamente ha de interesar a las personas: La cultura. Un hombre que supo aprovechar la vida haciendo continuos ejercicios de generosidad, que se convirtió en el faro de San Ciprián, para evitar, a una juventud acechada por el desinterés por la cultura -“os Farallóns” de la vida- peñascos peligrosos en las inmediaciones del puerto de esta Villa marinera-para, de este modo, educar a una sociedad ruda, desinteresada, como mucha otra, por todo aquello que no fuesen los quiñones, la ”chona” y la taberna. Hombres, también, valientes y nobles que supieron comprender y ver en D. Francisco esa luz que los dirigía al puerto de la dignificación humana con las escasas herramientas, sobre todo crematísticas, de quien cree realmente en el valor de su trabajo. Trabajo arduo, constante, a veces agobiante, necesitado de reciclaje continuo e ingrato con frecuencia; pero, sobre todo, edificante y sumamente gratificante por vivir con la seguridad de la conciencia tranquila y el deber cumplido. Y lo dice quien pasó en el aula cuarenta años.

Mi paisano, que siempre se sintió orgulloso de su Magazos natal (1912), dejó la estela del barco que iba pescando poemas; plantó la raíces del árbol de una familia, siempre inmersa en la cultura, como me lo demostraba frecuentemente mi buen amigo su hijo Modesto, también fallecido recientemente. Dios también pague a ambos tanta generosidad con nosotros. Fue tal el buen hacer del maestro D. Francisco que el Gobierno, con motivo de su jubilación profesional en 1982, le concedió la medalla de Alfonso X el Sabio.

Recuerdo con suma nitidez aquel homenaje popular celebrado en agosto de aquel mismo año en el restaurante “O Castelo” de San Ciprián (le ruego a mi amigo Emilio Ínsua me permita la licencia de llamarle así, aunque él haya argumentado su topónimo gallego) Recuerdo, repito, la fortuna de compartir mantel con otro insigne maestro como fue D. Antonio Prados Ledesma. Prados, como le llaman los estudiosos de su obra, es a mi entender, figura puntera de la Lírica española de finales del pasado siglo. El orgullo que uno siente de haber compartido momentos de su vida con tan ilustres personajes resulta indescriptible y lo guarda con el mismo cariño que lo hace con la copia de una conferencia impartida por D. Francisco en el Casino de Viveiro.

Por ello, hoy podemos recobrar los lirios de los poemas de D. Antonio para encenderlos en oración al Cristo crucificado o podemos recrearnos con el poema de Bécquer que con tanta sensibilidad recitaba D Francisco:

“Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
Y, otra vez, con el ala en sus cristales
Jugando llamarán;
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Aquellas que aprendieron vuestros nombres
Ésas…no volverán “

Y seguía…

Y así también guardo un montón de recuerdos sumamente agradables como sus charlas amenas henchidas de humilde sabiduría.

Por ello, en este primer homenaje póstumo a nuestro Maestro,- no hace falta asistir al aula para aprender de quien sabe- quiero yo reivindicar ante las autoridades de nuestro Ayuntamiento natal (Viveiro) el reconocimiento merecido para nuestro personaje y que tan bien supo valorar el Ayuntamiento de Cervo nombrándole Hijo Adoptivo y concediéndole la Medalla de Oro de ese Municipio en el 2010. Distinción, a nivel local, que fueron refrendadas con otras distinciones como Medalla de Plata del Mérito Social, Profesor de Orientación Marítima Pesquera, Cruz al Mérito Naval, Lucense del Año 1999, Medalla de Bronce de Galicia 1999…Fue Fundador y Director del Museo del Mar de San Ciprián, de la Escuela Marítimo Pesquera, así como Director de la escuela graduada de dicha Villa durante dieciocho años. La Casa de la Cultura de Cervo expone un busto de su figura en muestra de agradecimiento.

Escribió el libro: “Enseñanza, Mar y Cultura en San Ciprián” Colaboró en múltiples publicaciones a nivel nacional, así como fue autor de cuadernos y libros de enseñanza. Ambos compartimos colaboraciones en el Heraldo de Vivero y soy testigo de que D. Francisco era un magnífico y documentadísimo conferenciante.

Hoy, con motivo del primer aniversario de su fallecimiento, quisiera reivindicar la figura de tan excelso Maestro y reclamar a quien quiera considerarlo la necesidad de un reconocimiento de su figura por parte de nuestras autoridades.

Su currículum está ahí, su excepcional categoría humana es refrendada continuamente por sus alumnos. Hombre de amplísima cultura, de talante sumamente dialogante sin ninguna traba ideológica ni de clase social, resultaba socarrón a veces para, con una sonrisa generosa, disculpar cualquier osadía ignorante. Hombre de suma honradez, cristiano ejemplar de principios éticos y morales, que tan bien supo transmitir a cuantos le rodeaban. Fue siempre D. Francisco ejemplo de vida para generaciones futuras.

Que Dios se lo premie y el Ayuntamiento de Viveiro, demuestre la sensibilidad y el buen hacer de la Concejalía de Cultura mostrándole el reconocimiento que para muchos de sus ciudadanos merece la figura de un vecino tan magnífico como D. Francisco.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES