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La decente docencia

viernes, 15 de junio de 2012
Dice mi Santa que todo lo que escribo en esta sección de Galicia Única “es como para hacer amigos” y hasta mi hija Gloria le tiró a degüello a los que, la semana pasada, me llamaron “deportivista”, una acusación que como gallego tampoco me disgusta, créeme.

Así las cosas, no veas cómo se van a poner esos doctos profesores cuando les cuente hoy lo que pienso de Ana Rosa López Villanueva, la “madre coraje” de Vigo que lucha contra el sistema y no permite que sea el sistema quien eduque a su hijo; un niño de 10 años al que nunca escolarizó pero sí le enseñó lo que como madre debe enseñarle.

A ver. Ignoro el grado de conocimiento de Ana Rosa y no puedo asegurar que su hijo adquiera en “sus clases hogareñas” la misma formación que en el colegio o el instituto. Pero, al igual que de ella, tengo derecho a desconfíar del grado de preparación y sobre todo de las ganas de trabajar, que tienen muchos de los ahora llamados docentes. Sí, ni más ni menos.

Pongo un ejemplo. El que contó la hija adolescente de un amigo mío, alumna de instituto. Su versión es tan creíble como la negación del profesor. Los demás alumnos testificaron la realidad del hecho.

Alumna en clase:

— La Estatua de la Libertad fue un regalo de Francia a Estados Unidos. El autor es el escultor Bartholdi y su traslado desde París lo dirigió Eiffel, el autor de la famosa torre…

Profesor en clase:

— No es así: la Estatua de la Libertad es tan americana como su bandera y fueron los Estados Unidos los que regalaron a Francia una réplica.

No critico al profesor por su lapsus cultural pero sí por los hechos que cuenta la hija de mi amigo:

— Discutí con él diciéndole que me lo había explicado mi tía que había vivido en París durante 18 años. A partir de ese momento no aprobé ninguna de las dos asignaturas que imparte y el año que viene tendré que cambiarme de centro, si sigue el mismo profesor.

Si decidimos que una madre no posee los conocimientos para ejercer de maestra de su hijo, tampoco confiemos en todos los maestros que ejercen en los centros públicos o privados.

A Ana Rosa la acusó la Fiscalía de Menores de “atentar contra la educación de su hijo porque no lo escolariza”. Pero la Audiencia Provincial de Pontevedra la absolvió porque, dice la sentencia, “no se debe tener en cuenta el sentido estricto del término abandono”.

La última noticia que tengo es que el Fiscal de Menores va a recurrir la sentencia porque “respeta el fallo pero no lo comparte”. Y argumenta:

—- Nosotros no acusamos a la madre valorando el nivel de escolarización del menor, porque el derecho a la educación es algo más, forma parte del desarrollo de su personalidad y debe ejecutarse en convivencia con otros niños; no cabe que ella ejercite el derecho en nombre del menor cuando no está previsto en la ley una enseñanza libre como la que reclama.

Sin embargo la madre podría argumentar que la convivencia con otros niños –depende de que niños y depende del grupo en él que caiga- podría conducir a su hijo por caminos insospechados como ocurrió con tantos jóvenes, algunos ya muertos, otros en los famosos “centros de menores” y otros en los de desintoxicación. ¿O no?.

Continúa justificándose la Fiscalía para recurrir la sentencia:

—- El interés del menor impide posponer o dejar transcurrir más tiempo la situación en la que se mantiene para llegar a valorar la entidad del perjuicio real que esa conducta podría suponer para el niño.

A su edad, el niño no puede decidir por sí solo, es verdad, si quiere ir al colegio; pero parece que el chaval está muy contento con este sistema casero y tiene tantos amigos en su entorno como puede tener cualquier niño escolarizado.

La Fiscalía, sin embargo, ya le hizo un examen de fin de curso…

—- Éramos sabedores de que además de tener unos conocimientos muy limitados, que no correspondían a su edad, la madre le estaba privando de todo contacto con menores de su edad. Su situación está afectando, con objetividad y sin necesidad de esperar a males mayores, al correcto desarrollo de su personalidad.

E insiste:

—- Se le aísla socialmente, se le trata como un desigual y solo tiene relación con otros menores también en esa situación de desigualdad.

El fiscal reconoce que el niño no “vive aislado”, pero deja caer que algunos de los amigos del niño tampoco han sido escolarizados porque sus padres convienen en que “el sistema educativo público al que tienen acceso, no es bueno”. Y para terminar los argumentos por los que recurre la sentencia afirma:

—- Puede sentar un precedente muy peligroso…

Termino. Estoy con Ana Rosa López Villanueva porque, aunque tenemos “uno de los mejores sistemas educativos del mundo” –ya se sabe que lo nuestro es lo mejor del Planeta- también tenemos derecho a renunciar a él y buscar los medios que consideramos más adecuados.

Si puedes elegir entre enseñanza pública o privada; entre un colegio inglés o un centro alemán; entre la enseñanza religiosa y la laica… ¿En base a qué ley, señor fiscal de menores, quiere usted doblegarnos ante el sistema?

Que me perdonen los buenos docentes del país, que son la mayoría. Pero a la vista de lo que está ocurriendo en algunos centros con algunos profesores, que son mas vagos que la chaqueta de un caminero y para más inri trasladan al centro sus problemas y sus crisis, si tuviera que volver a educar a mis hijos procuraría no depender nunca de estos…


www.galiciaunica.com
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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