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Corpus Christi que estás en la tierra

lunes, 11 de junio de 2012
Lo estoy viendo como si todo sucediese ahora mismo, aquí y en todas partes. Delante de mis narices o de las suyas de usted. Él, el Señor de la Montaña y el enemigo del templo. Él, el que inventó, después de Él, los desayunos y los almuerzos de trabajo, la Ultima Cena después de una larga serie de cenas y comidas con gente marginada, con gente pobre y putas de escaso parné y larga noche, tan larga como “una longa noite de pedra”. Él, cuya voz se convirtió en mil palomas que aún hoy siguen tejiendo retazos de luz para que siempre sea de día. Él, hoy y porque sí, en los atrios de las catedrales, en la calle Génova, en la calle Ferraz, en la Carrera de San Jerónimo, que a las palomas añade el filo de los cuchillos de vidrio:
En los atrios del templo en cuyas puertas se aglomera la larga cola de “ Los Miserables” que casi todos sorteamos y a quienes los que salen de él bendicen muy profesionalmente; con ellos, con “Los Miserables”, Él, uno más en el banquete injusto del mendrugo diario, comparte grito justo, alto y claro :

“Cuidado con éstos. Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.” Él, cuyo cuerpo es pan y cuya sangre es sangre que hierve en la vena . Él, Corpus Christi más que nunca en el atrio, no ha terminado todavía con los que sólo inician y continúan la procesión que no va por dentro: “¡Hipócritas…!”. “Haced lo que yo he hecho con vosotros”. “Este es mi cuerpo”, yo soy pan, me parto por, me comparto…Venga, todo en espíritu y de verdad, ¡“sepulcros blanqueados”!

Y ¿ por qué no? Él, el manso y humilde de corazón, va y también da un muy jodido repaso a los de la corrala política y económica que mal nos gobiernan y no administran como Dios manda – nunca mejor dicho – lo que es común : “decidle a esa zorra”, dice. A Herodes, a éste, a aquél, a ése que tú mismo has elegido y que se ha olvidado de su legitimación y de su condición de servidor de todos. “ No seáis como los jefes de los pueblos, que los oprimen”. Nos oprime, entonces, la zorra que causa estragos desde el gallinero de Bruselas, la zorra de los varales del mando y, para acabar pronto, la twenty-first century fox entera.

Y sí, la voz “profética” de Él. Del Corpus Christi, de la Hostia realmente con-sagrada. Ya dirá mañana otras cosas más enternecedoras y nunca ingenuas.
Mourille Feijoo, Enrique
Mourille Feijoo, Enrique


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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