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Es tiempo de rezar

viernes, 13 de abril de 2012
Mientras unos celebran su Hare Krisna colectivo, otros le rezan a un Dios que tiene razones para la huelga. La avaricia, la banalidad, la indiferencia hacia el dolor ajeno, la mentira como disculpa del expolio del sudor del otro, la soberbia, el egoísmo más cruel, la injusticia… son la savia que pesa tanto en la cruz que lleva Cristo.

Porque Dios es el Cristo humano que se disfraza con rostro de hombre o de mujer, que tanto monta. Y camina con esa cruz del desempleo, de la precariedad, en las tinieblas del futuro temiendo más por los hijos o los jóvenes que por suyo propio. Es el Dios al que besa una juventud inflada de títulos y exenta de oportunidades y que desea confiar en su ayuda camino de la tierra de promisión de Alemania o Inglaterra

Es tiempo de rezar y poner empeño en la labor porque, si el presente no es halagüeño, no pinta mejor el porvenir. Y cuando el hombre no sonríe temiendo a la bolsa y a la prima de riesgo, se acerca a la depresión, se acuerda, si es creyente y consciente, aunque sea una vez más por egoísmo, de ese Dios como refugio.

Y es entonces cuando mejor comprende el verdadero valor de sus sueños, reconoce su incapacidad para solucionar tales problemas, recuerda que la humildad es el espejo de sus límites y acaba por reconocer sus errores. Y es entonces cuando, cual hijo pródigo, llama a la puerta de su Padre. Porque también tiene sed. Y hambre. Y, vestido de mendigo, nos pide caridad en la puerta del super. Porque en este mundo tan cambiante hoy eres rey, mañana esclavo. Y ejemplos en el entorno no nos faltan.

Es tiempo de rezar y pedir a Dios trabajo. No, no es justo explotar aprovechándose de la coyuntura, ni tampoco justificación para ser vago. No es justa una reforma laboral que tiene esclavos y que pisa la dignidad del hombre por mor de los mercados. Y vivir y tratar con dignidad al ser humano es deber de hombre, independientemente de ser cristiano.

Cristo siempre fue al mar o sembró en el campo y sudó como lo hace nuestro prójimo. Yo a Cristo lo veo muchas veces a mi lado y no preciso verlo en un madero clavado. Ciertamente he de confesar que con frecuencia me resulta indiferente y, aunque me llama, lo esquivo injustamente. Porque yo, que juro ser creyente en mi Dios de amor, soy ingrato. Por eso es tiempo de pedir perdón sinceramente. Y comenzar a ser cirineo llevando la cruz y secando el sudor ajeno.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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