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Vamos a contar mentiras, tralara

miércoles, 04 de abril de 2012
Hace muchos años, cuando íbamos de merienda, entre otras inocentes canciones infantiles, había una cuyo estribillo coincidía con el título de este artículo, tras asegurar que por el monte iban las sardinas…

Nuestra clase política se ha empeñado en que nos entretengamos en discutir sobre cuestiones que si bien pueden ser de interés, ni son oportunas, ni son disponibles, al menos desde la realidad de sus tribunas, ya que el final de una legislatura no da tiempo, ni es el Parlamento de Galicia, competente para eludir la autonomía de los Ayuntamientos gallegos a la hora de promover la fusión y modificación del actual mapa municipal de Galicia.

Lo que sí es verdad es que han conseguido que hablemos de tal asunto, eludiendo las conversaciones, valoraciones y exigencias legítimas sobre otros asuntos de máxima necesidad, que hacen referencia a cómo puede quedar el maltrecho estado del bienestar o los derechos sociales de los ciudadanos, por causa de la crisis o aprovechando que los mercados europeos ordenan pasar del déficit 8,5% al 5,3%, y todo ello, en un escenario dónde la economía amenaza contracción-recesión, por lo tanto, ni se crece, ni se crea empleo, ni aumenta el consumo, ni la derecha está dispuesta a incrementar la presión fiscal sobre los que pueden y deben soportar tal carga.

Dicha estas verdades, me sitúo en otras, que pueden responder a las intenciones de quienes confunden la conversación seria, con lo que en términos cañís, se llama “chachara”.

Así, parece fácil o complicado fusionar concellos. Incluso en el colmo de la imaginación, alguien puede pensar que como A Mariña es una gran ciudad horizontal, nada mejor que transformarla en un gran municipio, olvidando la historia, las distancias, y llegando con tal medida al colmo del ahorro de los funcionarios, los equipamientos y servicios.

No sería la primera vez que hay “baile de Ayuntamientos”. Así, en 1834, Lugo disponía de 86 Ayuntamientos. Y, concretamente en nuestra Costa Cantábrica, existían los de: Galdo, Alfoz de Castro de Oro, Barreiros, Foz, Nois, Mondoñedo, Portocelo, Villaronte, Rivadeo, San Ciprián, Valle de Lorenzana, Villanueva de Lorenzana y Viveiro.

En el caso concreto de la discusión sobre Burela, que ha sido objeto de preguntas en medio de comunicación reciente. Era un Coto que pertenecía al Ayuntamiento de Nois, que estaba a su vez formado por las parroquias de San Juan de Nois, San Pedro de Cangas, San Julián de Cordido, Santiago de Fazouro, San Esteban de Moucide y más tarde lo que sería Santa María de Burela.

Mientras que el Ayuntamiento de San Ciprián, de enorme importancia por ser el Puerto de las Reales Fábricas de Sargadelos, comprendía, San Julián de Castelo, Santa María de Cervo, Santa María de Lieiro, San Román de Villaestrofe, Santa María de Rúa y Santiago de Sargadelos.

Fue así, hasta el mes de abril de 1841, en que se producen los cambios, y se forma el Concello de Cervo, tal como permanece hasta la segregación de 1995, ejecutada en 1996.

Incluso, soy de los que tengo mucho que alegar sobre la heráldica.

Mientras los vascos balleneros tienen por orgullo colocar a la ballena en los escudos municipales de sus villas con antecedentes de tal caza, nosotros somos muchos más modestos, y así, Cervo que cuenta con el histórico puerto ballenero de San Ciprián, debe su escudo a la leyenda de “un remoto tiempo en que una dama que se encontraba en Rueta rezando, vio pasar, varias veces, un ciervo, dirigiéndose camino de Rúa, por el bosque que hoy ocupa el valle de la Iglesia de Santa María, razón por la que se le denominó al lugar, Cervo”.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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