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Manuel Fraga, hijo del Éxodo

lunes, 23 de enero de 2012
Se nos ha muerto Fraga, don Manuel; jefe en la dictadura y uno de los artífices de la democracia; el hombre capaz de escandalizar a algunas generaciones o de emocionar a miles de seguidores e incluso a unos cuantos de sus rivales políticos.

Felipe González dijo de él que “el estado le cabía en la cabeza”; y él presumía, siempre populista, de no comprar nunca un billete de autobús “porque jamás se bajó de un coche oficial”.

“Ciclón Fraga” no resultó indiferente y menos cuando, después de ejercer una carrera política que le hará permanecer a lo largo del tiempo en la historia de España, llega a Galicia para ser presidente de la Xunta.

30 años de autonomía gallega y Fraga se mantiene al frente del gobierno autonómico durante casi la mitad de su historia.

¡Ya es gobernar!

He de reconocerte que Manuel Fraga Iribarne puso a Galicia en el mapa político con su arrolladora personalidad; y como presidente gallego, hay que agradecerle algunas cosas: reclamó para el país las máximas transferencias en materia de pesca, la reforma constitucional del Senado -para que se convirtiera en una auténtica cámara de representación territorial- y un mayor protagonismo de las autonomías en Europa.

Personalmente, después de tres ceses tan arrolladores como su propia personalidad, poco tengo que agradecerle, aunque sí algo en concreto: fue el primer presidente preocupado por una Galicia exterior que, hasta entonces, aquí no existía, contribuyendo a la creación de esa “Galeguidade” planetaria y de su programa de televisión favorito, DESDE GALICIA PARA EL MUNDO, que aún tengo el honor de dirigir. Don Manuel siempre destacó su importancia como nexo de unión entre la emigración y sus pueblos; y como una ventana abierta al mundo para que este conozca la belleza del país.

Fue el dirigente político que mas viajó a las naciones y ciudades donde aún residen gallegos emigrantes. Incluso a Cuba, de donde era originario como hijo de aquel éxodo. La gente le criticó su entrevista con Fidel Castro pero él velaba por los intereses de Galicia en la isla, que conviene recordar, acogió a miles de gallegos y fue una de las señas de identidad de nuestra cultura.

Además, Manuel Fraga inventó un galleguismo nuevo, un regionalismo integrado en la Europa de los estados pero con un alcance internacional de mayor calado, precisamente porque se basaba en el mundo de la emigración gallega a los cinco continentes.

Quizá algún viejo nacionalista le agradezca desde el Mas Allá ese esfuerzo. Porque para Fraga supongo que esa ideología galleguista, a lo Alfredo Brañas, debió suponer un gran esfuerzo; sí señor, un gran esfuerzo, repito…

Cuando miles de gallegos han peregrinado hasta Perbes para decirle adiós, me olvido del Fraga de después de una guerra; porque con mis padres más muertos que él, ya hace tiempo que he metido el rencor en un saco y lo he quemado definitivamente.

Hoy me gustó ir a ver el mar de la muerte para recordar algunas anécdotas de aquel don Manuel que le decía a Pérez Varela:

—- Ya sé que no es de los míos, pero eso encárgueselo usted al amigo Rodríguez…

Y Jesús, a quien aprecio especialmente por lo buena persona que es, me encargaba entonces un Xacobeo lúdico-cultural que al mismo tiempo fuera televisivo.

Y cuando las cosas salían bien, nos invitaba a cenar a los que currábamos y a los que no daban palo. Y nos felicitaba a su manera… Dirigiéndonos alguna mirada tierna…

Porque hubo un Fraga tierno que yo he visto una vez en su casa, en Perbes, antes de una entrevista para TVE. Una escena que no te la esperas porque el personaje parece que no cabe en ese guión…

Un guión que describe a un don Manuel a cuatro patas con un nieto diciéndole…

—- ¡Arre, caballo! Corre, corre mucho…

¡Yo tengo que probar a hacer de caballito con Guille, mi nieto, que está en la edad!

Porque Fraga, aquel día, tenía cara de placer hasta que descubrió mi presencia y la del equipo…

Fue la única vez que le vi ese rostro.

Aunque también lo noté feliz aquella madrugada xacobea en el monte del Gozo, que estaba a tope de jóvenes disfrutando con Lou Reed, The Cure, Muse…

Alfonso Cabaleiro, secretario general de Comunicación de la Xunta entonces y ahora, y una de las mejores personas con las que he compartido experiencias profesionales, le había convencido para que viera aquello… ¡Un gran festival con cuarenta mil personas saltando a ritmo de rock!

Recuerdo que Fraga me dijo mientras contemplaba a la gran masa joven que llenaba el recinto…

—- A mí esto no crea que me interesa como espectáculo… Lo único, como fenómeno sociológico.

Fue la primera vez y la única que Fraga fue a un concierto de rock. No había ido ni de estudiante…

Todo esto lo estaba recordando yo el lunes pasado, a golpe de paisaje y alejado del paisanaje en el mar de Fisterra…

Me acordé del puto “Prestige” y del daño que le hizo como persona, que no como político. La juventud gritaba “Nunca Mais” y sus rivales aprovecharon la coyuntura para culparle de los tremendos males ecológicos causados por un petrolero de desgüace, que navegaba comandado por un irresponsable capitán avaricioso, cuando el mar decidió abrirle la última brecha…

Fraga, aunque no lo creas, sufrió más que nadie con el hundimiento del “Prestige” y aquella gran cabronada del chapapote que tiñó de luto la perspectiva marinera de la más bella costa gallega…

Fue injusto aquello, el culparle de la mala gestión de otros; y tengo que decirlo porque, como sabes, a mí nadie me cuenta cuentos, que a lo largo de mi larga vida ya escuché bastantes…

No sé por qué, ni creo que lo sepa nunca, fui el elegido para grabar a Fraga en algunas de sus intervenciones televisivas. La verdad que grabarle algo a Fraga era todo un show y no me extraña el lío aquel del “telepronter” cuando puso a parir al que se suponía era “el mejor equipo de TVG”.

Porque, en el fondo, Fraga sabía mas de comunicación que nadie y le concedía mucha importancia a cualquier intervención para la tele. Y era una cámara, una simple cámara, lo que más le alteraba…

Parece que alguna gente teníamos la virtud de tranquilizarle…

Mirando de nuevo al mar inmenso me acuerdo de aquella tarde en Caracas, en la Hermandad Gallega, grabando una entrevista con Nieves Rodríguez para el DGPM…

Recuerdo a todos los miembros del equipo acojonados porque el presidente de la Xunta venía que fumaba en pipa…

—- ¡Con usted no va nada, Nieves…!

Pero le dijo a Paco, el técnico de sonido…

—- ¡Solo le doy una oportunidad…!

Grabamos y al terminar me preguntó…

—- ¿Grabó, Rodríguez?

—- Grabó don Manuel… Muchas gracias.

—- ¡Porque si no ya podía hacer usted de presidente…!

Al día siguiente me lo encontré en un acto oficial, en el mismo Caracas y me dijo:

—- Ayer le pregunté si había grabado porque una vez, un periodista amigo suyo vino de Madrid a San Caetano, estuvo un cuarto de hora grabando y al final hubo que repetir toda la conversación. ¡Imagínese usted el trastorno! ¡Se retrasó la agenda quince minutos!

Aquel día me pasaron por la mente miles de anécdotas sobre la puntualidad de Fraga, algunas impublicables y otras muy ciertas…

Un día se presentó en TVE Galicia tres cuartos de hora antes de lo previsto y menos mal que yo había llegado con mucha antelación, para releerme el guión de la entrevista y le di cuerda hasta que llegó todo el equipo y se preparó el plató.

Digo menos mal porque el día que presentó el Xacobeo 99 en Madrid tenía prevista una visita a la Agencia EFE a las ocho de la mañana y llegó a las siete… ¡Estuvo una hora justa hablando con la señora de la limpieza!

Mis tres ceses me importaron siempre un bledo, te lo digo de verdad, pero me hubiera gustado convivir mas con aquel don Manuel que tuve el privilegio de conocer. El Fraga “constitucional” que colaboró activamente para que este país recobrara la libertad y así le pudieran poner a parir gentes que ni se tomaron la molestia de leer alguno de los cientos de libros publicados que reflejan una parte sustancial y sustanciosa de su personalidad.

El otro día, escuchando a Carrillo por la radio, supe que Manuel Fraga Iribarne había jugado un papel importante en la transición política española, esa que todos los analistas del mundo juzgan como ejemplar…

Pero nunca presumió de ello, como hacen algunos, aún ahora, después de treinta y cinco años.

Fraga tenía muy mala leche, pero jamás he conocido un político tan inteligente, trabajador y honesto…

Lo primero porque nadie se acordó desde 1977 que había sido ministro con Franco, ni siquiera de aquel show del baño en Palomares donde los americanos habían dejado caer una “bomba supuestamente nuclear”.

Trabajador porque pocos aguantaron su ritmo. Recuerdo la dimisión de un jefe de gabinete por agotamiento y lo que me contaban en la Xunta:

—- Es que nadie quiere estar cerca del Presidente, porque eso supone quedarte hasta sin domingos…

Y honesto a carta cabal aunque, eso sí, en su partido como en todos, hubo en aquel tiempo “algún hombre con maletín” …

En fin. Se nos ha ido el protagonista de una meteórica carrera; desde que conquistó, a los 26 años, aquella su primera cátedra, hasta que terminó su vida como senador del Reino, el año pasado.

Harían bien políticos y ciudadanos en anotar la fecha del domingo 15 de Enero del 2012, fecha en la que se nos fue uno de los padres de la nueva patria de las autonomías y un brillante parlamentario gallego al que recordaremos todos, incluso el nacionalista Xosé Manuel Beiras, el único capaz de sacarlo de quicio en la tribuna del Pazo do Hórreo…

A mí me parece que pudo ser el Sagasta de la modernidad y quizá por eso terminé admirando alguna de sus muchas capacidades…
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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