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El último gesto de Z.

viernes, 23 de diciembre de 2011
Las últimas imágenes que conservaremos de Rodríguez Zapatero en el Congreso como presidente del Gobierno lo muestran invariablemente con la mano izquierda sobre el pecho mientras camina solo o se despide, chocando la derecha con otros diputados, tras sus casi ocho años de mandato.

Llevar la mano en el pecho y mantenerla así largo rato no es natural ni cómodo mientras se da la otra mano y se camina, porque el brazo izquierdo desea ir libre como un compás para equilibrar el balanceo del cuerpo.

Lo mismo que “El caballero de la mano en el pecho” de El Greco expresaba un juramento, es decir, usaba el gesto para jurar una fidelidad, Zapatero parecía emitir un mensaje simbólico como el de tantas culturas e ideologías que usan distintos ademanes señalando una voluntad.

Quizás los más conocidos son el saludo romano, brazo levantado con la palma hacia abajo, copiado por el fascismo, o el brazo levantado y flexionado con la mano cerrada en puño del socialismo y el comunismo.

En los últimos meses, especialmente tras anticipar las elecciones generales, Zapatero fue exhibiendo crecientemente ese gesto tan característico y simbólico en políticos y/o militares como el Conde de Aranda, George Washington, Benjamin Franklyn, Napoleón, Simón Bolivar, Azaña, Franklyn D. Roosevelt, Winston Churchill o Truman.

También aparecían así creadores y científicos fundamentales, como Mozart, Freud o Fleming.

Los expertos en simbología le dirán que el caballero en El Prado quería aparecer como un gran cristiano, quizás porque tenía origen judío.

Zapatero, según los expertos en lenguaje corporal, podría expresar que se marcha sintiéndose como un mártir incomprendido.

Pero para los especialistas en semiótica sería una declaración de obediencia masónica como expresaban con igual gesto todas las personalidades reseñadas más arriba.

Ambos interpretaciones valen para ver el resultado final de sus iniciativas sociales progresistas y revolucionarias que, finalmente, frustraron los españoles, siempre más conservadores o pragmáticos que los idealistas como él.


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Molares do Val, Manuel
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