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Horas de amistad

jueves, 03 de noviembre de 2011
A mi amigo “O Pata”, que inspira esta reflexión, in memoriam.

Con cierto retraso me entero del fallecimiento de mi amigo Delfín Fra Pena, más conocido en Viveiro como “O Pata” o “Patiña”. Y aunque el verano pasado mantuvimos una conversación en la que hablaban más los silencios que las palabras, a ninguno se nos escapaba que aquello era una despedida aderezada con la familiaridad de comentarios vacíos. Sólo me confesó la dificultad con que respiraba y la necesidad de tomar aire.

Aprendí a enviar a mis amigos al Más Allá sin llorar, incluso sin que se me note, y el pasado Día de Difuntos estuve en mi particular e íntimo cementerio pensando, no tan sólo en mis añorados padres a los que niego la realidad de su muerte y con los que “hablo” con frecuencia, sino también viviendo en el camposanto, mi actual pueblo, y paseo por él sonriendo y charlando con los amigos, que lo disfrutan como remanso de paz, libres de todo sufrimiento. Ya las calles resultan insípidas, vacías y solitarias porque la vida nos va podando de los seres queridos para convertirnos en troncos carcomidos por el dolor.

La mayoría de mis amigos reposan en el cementerio, cuando no vuelan como ceniza tras sus sueños, y todos tienen como denominador común su generosidad, su lenguaje sincero, su capacidad de perdón, su lucha y fortaleza, su sufrimiento en silencio. Algunos quedan viviendo entre nosotros, pero apenas nos vemos. Nos queremos y hablamos en la distancia, nos abrazamos en el recuerdo, nos sonreímos con complicidad…pero estamos lejos, porque nos hemos adaptado a la vida con tal realismo que siempre hay dificultades para vernos y disfrutar de la mutua compañía. También hay otros que hemos perdido, quizás porque los desencuentros pesaron más que las sinceras críticas o porque no hemos sabido ser valientes para disculparnos. Pero cada cual vive su camino con su conciencia, con sus aciertos y sus miserias. Y de éstas, también estamos servidos.

Nunca miré en mis amigos otras virtudes que no fueran su bondad, su altruismo, su sinceridad… De modo y manera que mis amigos abarcaron y abarcan consideraciones sociales muy distintas. Jamás hice caso de estúpidos perjuicios de idiotas acomplejados que me aconsejaban separarme de personas humildes. Y digo idiotas acomplejados porque no saben las muchísimas lecciones que gratuitamente me dieron analfabetos o personas de un estrato social bajo, según esa clasificación absurda de clases sociales.

Tampoco rendí pleitesía a ningún personaje que consideraran importante, porque para mí las personas se clasifican más por la bondad que por sus títulos académicos o nobiliarios. Y eso me llevó a la conclusión de que no hay tantas diferencias sino muchos decorados. Soy de los que creen cuarto y mitad de lo que le cuentan y sin embargo, acepto a pie juntillas lo que veo en mi propio espejo.

Y los amigos también pueden venir e irse. A veces nos “enamoramos” de alguien y después nos sentimos defraudados… ¡pero ese sentimiento puede ser mutuo! Otras veces hay malentendidos, envidias ¡cuántas relaciones estropean el dinero, la consideración social o simplemente el propio carácter de una persona! Los amigos no forman parte ni de ninguna competición, ni menosprecian, ni envidian, muy al contrario, sienten el orgullo legítimo de los éxitos de los amigos porque éstos los han logrado en buena lid. La empatía está basada en unos principios similares entre ambos, pero, ciertamente, sufrimos cuando descubrimos las mezquinas causas del abandono, cuando no traición, aunque rápidamente comprendamos las causas.

Tengo la fortuna de ser, en mayor o menor grado, amigo de gente muy buena, muy interesante como persona, que me saben ayudar cuando estoy caído, que me defienden de los ataques de mis enemigos, que nunca me han pedido nada, aunque yo a ellos lo haya hecho, que me brindaron su amistad gratuitament

Y hoy, este otoño de barba gris, de humo de castañas, cáliz de la morriña, uno sufre en el alma la poda de la vida, aunque el corazón ya inerte, no vacíe el cielo en lágrimas.
Gloria a ti, Pata, que simbolizas con nitidez todo lo bueno de mis amigos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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