La resurrección de la piedra

O Pazo de Lestrove

Manuel Corral Vide, actual propietario del santuario bonaerense de la gastronomía gallega, el restaurante "Morriña", tiene una teoría: Los inventores del Turismo Verde fueron los gallegos que llegaron a la Pampa argentina.

Este artista de los fogones y poeta de la morriña lleva su razón cuando te cuenta cómo llegó al rural más rural charrúa, con sus padres, de niño, para inventar allí el primer restaurante en forma de chiringuito.

Por entonces, las aldeas de Galicia tenían el corazón caliente, pero el amor se diluía a medida que se iban marchando de ella los jóvenes.

Aquí, en la Tierra, el origen difiere según quien te lo cuente. Gabino Porto, uno de los pioneros de la promoción turística verde y agua, dice: Nace de la necesidad de aprovechar el hogar nativo, para que no se caiga y para buscar un medio de sentirse señor sin tener nada.

No te extrañes. Gabino Porto es, además de empresario, periodista.

Un político tan creativo como Víctor Vázquez Portomeñe, el conselleiro en dulce retiro que inventó el Xacobeo moderno, llegó a contarme: El turismo rural surge porque Fraga -que había inventado los paradores de turismo en España- vio clara la necesidad de fomentar, promover y facilitar este tipo de producto, previniendo efectos económicos de gran importancia para las comarcas más deprimidas.

No sé yo si, tras tanta subvención de la Xunta, los resultados fueron los apetecidos; pero lo cierto es que hay en el país casi quinientos establecimientos de este tipo, que facilitan un mapa emocionante aunque no sé si realmente muy activo.

Pero deberías probarlo si aún no lo has hecho.

Para hacerlo puedes encontrar aquí un pazo, un antiguo monasterio, la vieja casa de los obispos, una abadía, un castillo o ese edificio de sencilla historia familiar recuperado para el uso. Lo que prefieras.

Si tienes unos días, en este otoño de mil policromías, te sugiero que viajes al mundo de los sencillos placeres. Deja que vuele tu imaginación para contemplar el milagro de la resurrección de la piedra, oler la libertad del campo verde, escuchar la música del agua, saborear los frutos de la gastronomía artesana y admirar la grandeza, en esta época, de los soutos de castaños.

Esta es la propuesta de la Galicia rural en la estación de los mil colores. Y la mía.