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Don Francisco

martes, 20 de septiembre de 2011
Una de las mejores frases del discípulo de Ortega, Julián Marías, hace referencia a la necesidad que se debe exigir a determinadas personas, por su valer o su lugar en la sociedad, de predicar con su iniciativa. No basta con el ejemplo, hay que dar un paso más en el compromiso.

El puerto de las Reales Fábricas de Sargadelos, San Ciprián, tiene muchos motivos para que sus gentes se sientan orgullosas de su patrimonio histórico y cultural; pero hay un personaje que hizo posibles al menos tres hechos de incuestionable valor.

Tener más patrones, examinados y titulados, para el cabotaje y la pesca, por habitante de los Concellos de Galicia.

Tener material para crear un magnífico Museo Provincial del Mar.

Ser el escultor que deja su señal inequívoca de buen hacer en el alma de tantas generaciones de muchachos mariñanos que van desde 1934 a 1982, de tal suerte que se convierte “este maestro de hacer personas” en el punto de encuentro entre generaciones, lo que le vale toda suerte de reconocimientos, encomiendas, homenajes y distinciones públicas institucionales y privadas.

No hay conversación entre sanciprianeses que no tenga un espacio dedicado a los tiempos de la querida escuela con Don Francisco, nuestro Maestro, el que nos enseñó y nos fue transformando en hombres, al mismo tiempo que nos enseñaba a querer a nuestra tierra rodeada de la mar y ventilada por “o vento mareiro”, como a él, le gustaba llamarle.

Trabajador infatigable, para sacar a su familia adelante, dar carrera a sus hijos, en tiempos duros para el sueldo de un maestro de escuela. Pero es que era mucho más que maestro, sabía tantas cosas que le hacían la persona más útil de Concello, para las gentes. Lo mismo hacía un plano, que daba un consejo sobre particiones hereditarias, que ayudaba en las gestiones para una pensión, que aconsejaba sobre cualquier contencioso.

Tuve la infinita suerte de disfrutarlo como hombre ilustrado con el que cariñosamente departía. Sobre los antecedentes históricos de nuestra Mariña. Sobre los antiguos pobladores. Es verdad que fui uno de los que le animé a escribir su magnífico libro. Y me sentía arropado con su presencia en momentos en los que pronunciaba un pregón o cuando tomé posesión de la Gerencia del Hospital de Burela. Nos hacíamos confidencias mutuas.

Era un caballero que tenía el porte elegante y distinguido de un lord inglés, pero su alma la ocupaba el caballero Perceval, piadoso guardián del Santo Grial de la fe.

Don Francisco Rivera Casás, logró llegar a los 98 años con una vida plena, en la que se ha cumplido con el deber. Es mucho más de lo que la inmensa mayoría de los mortales pueden soñar Por eso, su ejemplo nos debe guiar a sus alumnos en nuestro trabajo para seguir sus enseñanzas.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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