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Enriqueta Otero Blanco

miércoles, 08 de septiembre de 2004
Enriqueta Otero Blanco A la docente Enriqueta Otero Blanco la mayor parte de los lucenses que la hemos conocido y tratado se nos hacía más familiar por los seudónimos de María de los Dolores, o aquel otro de la Pasionaria Lucense, aunque a ella siempre le gustó que se le conociese como Enriqueta Otero la Guerrillera Viva.

La vida de esta mujer, más que ser digna de hacérsele un pequeño resumen lo que más encajaría es convertirla en guión cinematográfico. Seguro que saldría una película taquillera y fiel documento visual de la dura y triste intento de supervivencia de muchos grupos maquis que terminaron los más afortunados en la cárcel y la mayor parte abatidos en emboscadas muchas de ellas propiciadas por los mismo contactos que los tenían escondidos en sus casas, posiblemente de ello algún día se llegue a escribir la realidad, aunque la mayor parte de las fuentes documentales no se conservan, otras ni llegaron a existir y buen número de personas que nos podían aportar datos prefieren callar y otras ya no están en este mundo y Con ellos a la tumba se fueron muchas memorias orales que no estaría de más recopilar, para hacer que aquellos tiempos de horror, de miedo, de revanchas, de odio nunca más vuelvan.

Enriqueta Otero, nació un diez de febrero, según ella del año 1910, en la parroquia de Santiago de Miranda, tierras de Castroverde, conocedoras de escaramuzas entre las fuerzas de orden y os fuxidos o escapados; tierras también ensangrentadas por tristes asesinatos, entre ellos la muerte del joven maestro de escuela Arximiro Rico.

A guerrilleira viva, es decir Enriqueta Otero, provenía de una familia de labradores con un buen patrimonio, que lo constituían principalmente las tierras y la cabaña de ganado. Su padre descendía de una familia de hidalgos, era un hombre de barba larga, arrogante y según palabras de su propia hija muy machista; amigo de acudir a las ferias de las cercanías, Meira, Fonsagrada, Baleira, o la ciudad de Lugo. Para desplazarse igual que lo hacían casi todos los hacendados de la época utilizaba el caballo, pues los coches aún eran artefactos muy poco comunes tanto en Castroverde como en la ciudad. Caso contrario era la madre de Enriqueta. Se había casado muy joven, con solo diecisiete años y falleció en plena madurez de la vida, a los treinta y seis años. Fue una sufrida esposa, madre de nueve hijos.

La biografiada, aprendió las primeras letras de mano de un tío suyo, que era sacerdote y canónigo. Luego se vino a vivir a la ciudad y en el Colegio de la Milagrosa, en la Plaza de O Ferrol, sacó el bachillerato para luego estudiar magisterio, el que terminó a finales de la década de 1920. Pronto vendría el primer destino como maestra, ejerciéndolo en la escuela para niñas en San Cosme de Barreiros, donde ganaba cinco pesetas al mes; en dicha escuela daba clase a un buen número de niñas, ella misma decía que eran más de ochenta, algo que nos parece un poco exagerado; luego vinieron otros destinos, entre ellos la escuela de Montefurado y algunas más, quizás cinco o seis. Posteriormente aprobó las oposiciones y se marchó a Madrid, donde amplió estudios en la especialidad de sordomudos y cuando estalló la Guerra Civil de 1936 se había hecho practicante, siendo llamada por la dirección de la Casa del Pueblo para ir a ejercer al hospital de Carabanchel, que hasta la fecha estaban los servicios de practicantes y comadronas atendidos por monjas, siendo las religiosas sustituidas por unas cuarenta y siete enfermeras, entre ellas una de origen griego; pues aquello de hacer el cambio de enfermeras por monjas iba mejor con los principios de la República y con la ideología del régimen. En dicho hospital ejercía su profesión el famoso doctor Gómez Ulla y aun ahora se llama Hospital Gómez Ulla. Enriqueta Otero, por sus estudios y también por su ideología, entró en la dirección y administración del referido centro hospitalario, formando parte del comité de dirección del mismo.

Durante el tiempo que permaneció en Madrid, ya en plena Guerra Civil, fue directora de varios centros hospitalarios y culturales, entre ellos directora de la Escuela Central de Milicias de la Cultura, algo que funcionó de una forma efímera, debido a las especiales circunstancias que se vivían en todo el país y principalmente en Madrid. Lo mismo que hicieron muchas otras milicianas combatió como si un soldado más de tratase, hasta que fue detenida, pues según sus propias palabras recogidas por el periodista Rivera Cela, en su obra “Lucenses 2” dice: “...me había pillado la Junta de Defensa Casadista...” -y añadía----“...uno con un brazalete blanco, del partido socialista. Yo estaba hablando subida a un tanque y le dije apartando una cazadora de cuero que llevaba: ¡dispara, traidor, que pronto estarás tú en los campos de concertación! Y así fue...”

Una vez terminada la Guerra Civil, fue llevada a los Salesianos, donde permaneció detenida con otras 2.600 mujeres. De allí fue llevada a la cárcel de Ventas, en la que según parece formó parte de un motín, tomando varios rehenes entre ellos la directora del centro penitenciario, obligándola a que dejara marcharse a un buen número de reclusas, entre las que se hallaba; al respecto de esto ella decía que había permanecido varios días deambu-lando por Madrid, hasta lograr poder coger un tren para venirse a Lugo. Durante el trayecto y ante la posible sospecha que le pudiese entrar a los policías armados que prestaban vigilancia en dicho convoy se hizo pasar por una adicta al régimen franquista, pues sobre esta particular dijo en una entrevista: “...el viaje para aquí fue...¡ si me vieses hablar con los llamados nacionales, disimulando!; debían creer que yo era Pilarita Primo de Rivera o algo por el estilo. Bueno, después de muchas peripecias, conseguí llegar a Lugo en tren...”. En Lugo se refugió en la casa del sacerdote Manuel Gómez Díaz, amigo personal de la familia de Enriqueta; dicho cura vivía en una casa colindante entre la iglesia de A Nova y la actual Delegación de Hacienda; previamente el eclesiástico le había advertido que si venían preguntando por ella tendría que saltar por la ventana a un solar, y de allí escapar como pudiese, pues la policía le andaba pisando los talones, aunque no lograron detenerla, pues a la mínima posibilidad se marcho a la zona de Castroverde Becerreá, donde había varios grupos de maquis, que a su vez contaban con apoyos de algunos vecinos que los tenían escondidos en sus casas, les daban comida, o les facilitaban contactos y apoyos. Enriqueta Otero Blanco daba así comienzo a su etapa de guerrillera. Fueron siete largos años durante los que permaneció huida de la justicia, escondida en los montes, e incluso con alguna refriega con la Guardia Civil, llegando a lanzarles una bomba de mano; acerca de su etapa huida en los montes con otros fuxidos decía: “...teníamos que ser muy dinámicos, saltar de un sitio a otro, porque si nos localizaban y nos detenían...”.

Las fuerzas de seguridad localizaron a la Pasionaria Lucense, nombre con el que también se le conocía en una casa que había donde ahora se halla el parque de Frigsa, en dicha vivienda tenia una imprenta clandestina y un lugar para esconderse. Al ser localizada ofreció resistencia, decía que ella no se había entregado, había disparado cuanto pudo, hasta que fue herida de gravedad, siendo arrastrada hasta la carretera de A Coruña, desde donde fue llevada al hospital y allí operada de urgencia, e inmediatamente interrogada, mejor dicho torturada, pues tanto las propias heridas producidas en el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad y la posterior operación a la que fue sometida por los doctores para extraer un proyectil de bala de una pierna sirvió de blanco de las patadas y puñetazos a quienes de una forma salvaje le tomaron declaración. A raíz de estas fueron detenidas cuarenta personas que eran maquis y encubridores de los mismos. Posteriormente fue trasladada a la Prisión Provincial, al lado de la actual Estación de Autobuses, en la que ocupó la celda numero quince, para luego ser trasladada a buen numero de cárceles, pues estuvo en prisión desde 1946 a 1965. Durante los diecinueve años que permaneció encarcelada la mayor parte de la condena la pasó en celdas de castigo, pues según sus propias palabras decía que en la cárcel hacía “oposición, guerra sin parar; estaba siempre en celdas de castigo; yo protestaba por todo...”

En el Tribunal Militar de la VIII Región Militar fue juzgada bajo la acusación de atentado contra la fuerza pública, siendo condenada a muerte, condena aplicada a otras cuatro personas, de las que fueron ajusticiadas dos Julio Nieto y Ramón Vivero. La defensa de Enriqueta la ejerció Rivas Pichel y debido a la intervención de algunos organismos internacionales que estaban presionando al gobierno del general Francisco Franco, la pena de muerte le fue conmutada por la de treinta años de reclusión.

En 1965 fue puesta en libertad, yéndose a vivir a su tierra natal de Castroverde, donde ella misma hizo una pequeña casa, “en medio de la plaza pública, que nadie se atrevió a derribar, a pesar de las pocas simpatías de que gozaba y de estar muy vigilada por elementos adictos al régimen de Franco”, trabajaba algunas tierras y criaba cerdos y otros animales domésticos; hasta que en 1974 fue repuesta como maestra de escuela, es decir volvió a recuperar la profesión para la que se había formado; durante el mes de noviembre de ese mismo año la Delegación Provincial de Educación le tramitó el correspondiente expediente y en 1975 es destinada a la escuela de Fontarón. A ciertos inspectores de educación no les preocupaba que no ejerciese el magisterio, cuando ella acudía a sus superiores pidiendo que la destinasen a ésta o aquella escuela, le decían “... Dª Enriqueta usted tranquila, no se preocupe por eso, estese tranquila, el caso es que cobre lo que le pertenece, lo demás da igual...”.

Llegó a ser una de las maestras más antiguas de toda España, pues había comenzado a ejercer el magisterio reinando Alfonso XIII.

Una vez repuesta como maestra, hasta poco antes de fallecer impulsó varios proyectos culturales y asociaciones, ayudó a rehabilitar las escuelas de Cellán y Freiría, creo la Asociación de Veciños de Castroverde; fundó “O Carriño” que ella misma gustaba de llamar “Universidad Popular-Lugo; para esta iniciativa cultural de “O Carriño” Enriqueta buscaba libros donde fuera, libros que principalmente estuviesen relacionados con las ideologías de izquierdas, las obras de grandes literatos rusos o de otros países de regímenes comunistas y como no podía ser menos dado su cariño y amor por la tierra y la zona rural adquiría todas las publicaciones relacionadas con el agro y la agricultura, sin faltar incluso el apartado poético. Era una asidua visitante de la Biblioteca Pública Provincial, gozando de la amistad y respecto de la directora. Una calle de Lugo recuerda a Enriqueta Otero Blanco.

Enriqueta Otero Blanco, era una asidua de los despachos oficiales, a ellos acudía sin cita previa, de los políticos de turno reclamaba más atención acerca de la cultura popular, no estaba nada de acuerdo con las titulaciones universitarias, pues en un reportaje publicado en el diario “El Progreso” del viernes doce de abril de 1985 decía: “...la educación compensatoria es la única solución para acabar con las desigualdades de las áreas más deprimidas”.

No hacia buenas migas con la policía municipal del ayuntamiento de Lugo, pues Enriqueta Otero, había sacado el carnet de conducir en 1980, y su vehículo era un seat 133, que tenía la chapa más abollada que un pellejo sin vino, dado que ella aparcaba su auto de oído, es decir golpe al coche de adelante y golpe al de atrás... Algo muy original y curioso eran las frecuentes multas por aparcamientos y otras infracciones. Curiosas eran las visitas inesperadas que realizaba al despacho del entonces alcalde de Lugo, el señor Vicente Quiroga. La Pasionaria lucense estaba sumamente molesta, entre otras cosas por la tala de un árbol que había en la Plaza de O Ferrol; tampoco el despacho del presidente de la Diputación Provincial quedaba ajeno a sus visitas, siempre o casi siempre reclamando algo o protestando por algo que no le agradaba. De su insistencia en los despachos del palacio de San Marcos, logró que le fuese publicado en 1987 por los Servicios de Publicaciones de la Diputación Provincial un libro de setenta y cuatro páginas, que lleva por titulo “Tesis Universidad Popular, O Carriño”, en el que recogió los resultados de los “Encuentros de Alternativas a la Escuela en el Medio Rural”, que se habían desarrollado en Pontevedra los días 13, 14 y 15 de marzo de 1985. En la introducción del volumen se indica: “Las Universi-dades Populares: Pueden garantizar la Paz y deber terminar con la titulitis, y promocionar la formación profesional. No pueden psiquis alcanzar perfección sin ejercicio perfecto de fisis. La Masa Humana que no alcanzó a titularse, tiene derecho, como el afortunado, a que llegue a él el conjunto esencial de la cultura. Eso es universidad popular: vehículo infalible portador de un lote cultural, esmeradamente escogido, que conviene al ser humano en persona culta sociable. (Léase en la Tesis la obligación de seleccionar rigurosamente el lote cultural, esencial)”. Termina el trabajo con un poema manuscrito que tituló “Llamamiento, por Enriqueta Otero”. Creo que este libro es algo poco común. No sé la difusión que habrá podido tener, aunque algunos ejemplares llegaron a tiendas de libros de viejo y de ocasión, donde lo compré.
López Pombo, Luis
López Pombo, Luis


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