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Mendigos chulos

lunes, 11 de julio de 2011
Hace unos 25 años alguien se compraba un piso por diez millones de pesetas, que hoy son 60.000 euros, y en 2007 podía venderlo por 600.000 euros, diez veces más, mientras la persona seguía cobrando poco más que entonces.

Todos éramos unos especuladores. Creíamos que cada pocos años se decuplicaría el valor de nuestros pisos. Se los vendíamos a unos incautos, con lo que nos creíamos ricos, y comprábamos un piso de más valor, siendo más incautos aún.

Hipotecados, aceptábamos créditos, además, para los gastos suntuarios de toda la familia. Ahora, en el supuesto maravilloso de que tengamos aún trabajo, seguimos con el mismo sueldo y no podemos afrontar las devoluciones pactadas.

No nos engañemos: hasta que estalló la burbuja inmobiliaria, nosotros la hinchamos en colaboración con los bancos y las constructoras.

Todavía hace un año los ministerios de Economía e Industria nos exhortaban a que sopláramos más aún la pompa de jabón aumentando el consumo para acelerar la recuperación. Querían que nos hipotecáramos más.

Ya éramos más ricos que Italia, estábamos alcanzando a Francia y pronto seríamos más que Alemania, decía Z., y aplaudía Rubalcaba. Todo, gracias a esta burbuja.

Zapatero proclamaba que el sistema financiero español era el más solvente del mundo, pero ahora, según afirma el candidato socialista a presidente, Pérez Rubalcaba, tales bancos y los mercados son explotadores y origen de nuestros males.

Simultáneamente, este Gobierno sigue pidiéndole créditos a los mismos mercados a los que insulta, les vende deuda e hipoteca el país.

Los responsabiliza de nuestro fracaso sugiriendo que son una conspiración judeoliberal, que sustituye a la judeomasónica franquista.

Y como Rubalcaba afirma que todos los males vienen de los mercados, ellos callan pero castigan a España cobrándole 300 puntos más que a Alemania. Por bocazas.

Y así estamos: mendigando, y encima, chulos con quienes nos dejan unas monedas.

La vieja España hambrienta, soberbia y pendeja, escupiéndole increpaciones a quien la alimenta.

Crónicas Bárbaras - Blog de Manuel Molares de Val
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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