A Leire Pajín medio país le tiene tanta manía como a la SGAE.
Quizás por sus leyes agresivas, como la del tabaco, o por la que prejuzga al hombre maltratador sistemático, o porque nunca trabajó en algo productivo, pues llegó al mundo en una familia de apparatchik políticos, y ahí sigue a sus 35 años, tras uno como ministra y siete de alta dirigente zapaterista.
Estos días la prensa está usando sus imágenes en bikini, algunos fijándose en su físico, y otros denunciando su uso de las instalaciones hosteleras del Ministerio de Sanidad en el islote del Lazareto, en Mahón, Menorca, para pasar unos días con su familia.
Pues bien: ese aprovechamiento es el extraordinario retruécano de la política social de Franco quien, según afirma Esperanza Aguirre, era muy socialista con los suyos.
Como con los abuelos paternos de Pajín, ambos jerarcas falangistas con derecho a pasar sus vacaciones durante en la misma leprosería, construida por Carlos III. Extinguida la enfermedad, Franco restauró los edificios para centro de vacaciones de sus funcionarios.
Durante el franquismo se crearon residencias similares por toda España. En democracia algunas se entregaron a los sindicatos, otras mantuvieron el destino anterior y otras se vendieron.
Este islote quedó para los empleados del ministerio de Sanidad, que acceden a sus instalaciones teóricamente tras una selección objetiva de méritos, que incluyen los años de servicio.
Pajín es cargo político, no funcionaria. No tenía derecho a plaza como trabajadora ministerial, pero seguramente sí por sus abuelos, el camarada Teófilo Pajín, que fue jefe del Movimiento en Sabero, León, y la camarada Elena Echevarría, jefa de la Sección Femenina de la Falange leonesa.
Que nadie proteste. La familia tiene avales sobrantes para gozar de las prebendas concedidas por el Caudillo.
Crónicas Bárbaras - Blog de Manuel Molares de Val
