Mis impuestos

A nosotros nos toca pagar impuestos. Otros vecinos tienen más suerte y se lo montan muy bien con desgravaciones, empresas en paraísos fiscales…y practican eso a lo que llaman ingeniería financiera, que no es otra cosa que un eufemismo muy socorrido para no pagarlos, o incluso para robar los que yo pago.

Los eufemismos son los maquillajes a que someten el idioma los lacayos de los golfos. Y cada día me levanto y me siento más estafado porque veo como los “listos” se lo llevan crudo, y hasta cocinado. Antes, en el franquismo, no entendíamos como, en empresas como Bazán, que eran deficitarias, se pagaban los mejores sueldos; después, tampoco comprendíamos como se daban tantos créditos a fondo perdido para hacer barcos y, en cambio, para otros negocios no. Más adelante, ya con la democracia, hemos visto cantidad de casas rurales restauradas a costa de subvenciones con la disculpa de generar una industria y desarrollar el país. Son cosas que yo no las creo, pero que les vienen muy bien a los despabilados de turno. Y es que tirar con pólvora ajena es fácil, lo difícil es deslomarse para pagar impuestos. Y aquí tienen que ver mucho nuestros administradores.

Y no es sólo cuestión de ideología, que también, porque en tiempos de crisis la austeridad debiera ser el primer escalón de las reformas, que no consisten en privatizar todo. No, ni mucho menos. Las subvenciones son necesarias para muchas cosas, ahora bien, han de ser sometidas a una reflexión profunda ¿cuánto se lleva invertido en becas Erasmus y por qué no se recupera después la inversión con el fin de seguir facilitándolas a los siguientes? Sin duda, máxime con la que está cayendo, hay que facilitar la instalación de empresas que dinamicen la economía, ahora bien, hay que procurar liberar a la sociedad del chantaje que están realizando en la actualidad muchas empresas. Quizás los gobiernos debieran replantearse los “beneficios” de la globalización e incluso de la economía dentro de la CEE.

Lo tangible, concerniente a España, es la deslocalización de empresas, las importaciones de China, el insoportable paro, la excesiva administración pública y, sobre todo, el despilfarro. Nos han “vendido” esa maldita globalización como un gran avance cuando, en realidad, conocemos de la imposibilidad de mantener las empresas compitiendo con la mano de obra de China, India o África. Otra artimaña del Capital. Ya conocemos su patriotismo, incluso el de antiguas empresas públicas, mal vendidas, cuando no regaladas de hecho, que si tuvieran memoria y vergüenza, en vez de presentar eres, debieran implicarse en sacarnos de esta situación. La patria no se exhibe en banderas y camisetas, sino con acciones responsables de cada ciudadano. Y al hablar de ciudadanos me van a permitir que no aplauda a cantidad de famosos y no famosos a los que aquí se les pagan fortunas y después lo esconden.

Somos conscientes de que el Capital es apátrida y que se crearon para ello los paraísos fiscales, pero bien harían los gobiernos del mundo, si es cierto que son los que realmente mandan, cosa poco probable, en estrangular esas economías para aflorar esas riquezas y dedicarlas a producir legalmente. Se está criticando mucho al Gobierno con los millones de parados que hay, subvencionados en gran mayoría, y esa labor es para mí de mucha responsabilidad social; sin embargo, hay que recordar que no somos un país rico y yo no entiendo que haya que dar subvenciones a emigrantes para que retornen a su tierra. Países como Suiza o Alemania no lo hacen. Este ejemplo de despilfarro en las subvenciones es lo que creo que hay que ir corrigiendo. Yo estoy dispuesto a colaborar con los que lo necesitan, pero vayan realizando una política más restrictiva en el despilfarro, hagan reformas profundas en las grandes fortunas y manden realmente ustedes porque sino no me llamen para votar.