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La Revolución de la juventud egipcia

viernes, 18 de febrero de 2011
Para la Ciencia Política y para la Sociología los procesos revolucionarios y de cambio político son uno de los momentos de mayor interés. Acabamos de ser testigos del punto culminante del proceso histórico de cambio que se inició en Egipto hace sólo 18 días: la dimisión de su jefe de Estado.

Ello ha sido posible, una vez más, porque el pueblo unido vence.

Pero en el caso de los acontecimientos en Egipto, que técnicamente no podemos llamar proceso revolucionario, ha tenido como protagonista a la juventud, a las comunicaciones y a las nuevas tecnologías.

Son las nuevas formas de cambio social y político del siglo XXI.

Desde sólo unos años las nuevas tecnologías forman parte de la comunicación política electoral, pero ahora vemos que los instrumentos de comunicación social son decisivos en las trasformaciones de los regímenes políticos.

Los teléfonos móviles y las redes sociales de internet permiten en sólo unas horas conectar, movilizar e informar a millones de usuarios, con un efecto multiplicador social sin límites. Con las nuevas tecnologías los individuos son muy fácilmente movilizables, sólo hace falta la mecha que encienda el proceso de comunicación y el momento exacto en el que la sociedad está dispuesta a responder al estímulo comunicativo.

En el caso de Egipto el cambio ha tenido como protagonista decisivo a las nuevas tecnologías y ello ha sido sólo posible porque se trató de una “revolución juvenil”. El inicio y las primeras convocatorias públicas de protesta, las comenzaron grupos de adolescentes y jóvenes veinteañeros egipcios, más conectados con el mundo que ven por internet, que con un Presidente con el que no se identificaban y que consideraban antiguo.

Para la Ciencia Política los procesos de cambio político que están ocurriendo en Egipto no pueden calificarse de proceso revolucionario, al no ser en sentido estricto un acto revolucionario, por no darse dos de sus rasgos característicos: los enfrentamientos entre grupos ideológicamente extremos y tener como resultado el cambio de las estructuras productivas y sociales. Los actuales acontecimientos de Egipto no son enfrentamientos ideológicos y está muy lejos de los verdaderos procesos revolucionarios de Francia, o más tarde, de Rusia y China. Aún así no me resisto a calificar los hechos que estamos viviendo como la “revolución juvenil” egipcia.

¿Y ahora qué? Con la constitución en la mano los militares tendrán 60 días para convocar elecciones. Pero este tiempo es demasiado corto para que la oposición pueda organizarse tras tres décadas de represión. Técnicamente es imposible, puesto que son necesarios cambios previos en la Constitución, lo que seguramente no podrá suceder antes de 6 meses. De forma inmediata disolver el Parlamento, como ya han hecho, y convocar elecciones. Los representantes electos deben constituirse en Cortes Constituyentes, redactar una nueva Constitución, someterla a referéndum y convocar nuevas elecciones bajo los principios democráticos de la nueva Constitución. Habrá así culminado el proceso de cambio político que iniciaron adolescentes del mundo globalizado del siglo XXI.
de Kostka Fernández Fernández, Estanislao
de Kostka Fernández Fernández, Estanislao


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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