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Salud, dinero y amor

miércoles, 30 de julio de 2008
Lo decía la canción: “Salud, dinero y amor, y el que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios”. Y no en vano el autor del tema concedía el primer lugar de la clasificación a la salud. Tal vez porque el conservarla no está siempre en nuestras manos, el tema de la salud se ha convertido en uno de los que más preocupa a la sociedad del siglo XXI.

Cáncer, Sida, Neumonías atípicas... están haciendo estragos entre la población actual -es sin lugar a dudas, siempre, el de la salud un tema de rabiosa actualidad-. Y esa es la razón por la que está a menudo en el punto de mira de los colectivos más influyentes en el ámbito social, el de los periodistas y el de los laboratorios farmacéuticos. Estos últimos han encontrado en los medios de comunicación un filón publicitario de gran importancia, ya que estrechamente ligado al objeto de una información sobre salud, es fácil “colar” el nombre del laboratorio esponsorizador de la investigación que se avanza en titulares y que miles de ciudadanos leerán. Hace un tiempo teníamos un ejemplo. Un equipo de oncólogos catalanes sacaba a la luz los resultados de un estudio sobre la influencia de la luna llena en el aumento del número de partos. Una información muy rutinaria si no fuera porque, unido al nombre del Hospital y a lo loable de sus meses de investigación, se adjuntaba el nombre del Laboratorio “X”, ¿añade a la noticia algún valor la inclusión de ese nombre?, claramente, no.

Este no es más que un insignificante ejemplo de cómo los propios medios de comunicación se dejan llevar en el momento de publicar noticias relacionadas con temas sanitarios. Al igual que sucede en otros campos del periodismo, el profesional de los medios prefiere sucumbir ante la noticia fácil, ya elaborada y al alcance de la mano, aunque ello suponga “venderse” a un grupo farmacéutico que lo que demanda a cambio es transformar una información en mera publicidad.

Pero de todo este problema los grandes perjudicados son los ciudadanos, porque además de nos ser conscientes de que la información que reciben es mera publicidad encubierta, tampoco se imaginan que la veracidad periodística se ha transformado en una suerte de “prostitución informativa”. El poder de los grupos farmacéuticos hace que el periodista dé más importancia al ¿quién? que al ¿qué? e incluso que se obvien cuestiones de hondo calado social del tipo de ¿cuál será el verdadero motivo porque ningún laboratorio haya conseguido encontrar ninguna vacuna contra el Sida?

Esta especie de epidemia de los informadores parece haber dejado a un lado las ganas y la iniciativa de llevar a cabo buenos trabajos de investigación en el ámbito médico y farmacéutico. Tal vez se han dado cuenta de que ese sector se ha convertido en un rival demasiado poderoso y desgraciadamente se han propuesto aplicar la vieja máxima “si no puedes vencerlos, únete a ellos”.
Corral Soilán, Cristina
Corral Soilán, Cristina


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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