Evaristo Varela Pereira, propositor del invento salto submarino
Hace unos díasescribíamos sobre el invento de Evaristo Varela Pereira, un lucense que vivía en la calle Ruanueva, 29.
Se estarán preguntando nuestros lectores quién era Evaristo y en LA VOZ DE
LA VERDAD de 18 de Marzo de 1923, hace noventa y cinco años, leemos.
La proverbial frase zapatero a tus zapatos no puede, con razón, ser aplicada a nuestro héroe que es un conocidísimo convecino perteneciente al simpático gremio de constructores de calzado.
Su profesión, ejercida con maestría, no ha constituido para este hombre un estorbo que le impida dedicar los frutos de una observación profunda y de una inteligencia despierta a hondos problemas capaces de causar una completa revolución en el actual sistema de la investigación marítima.
Evaristo, cansado de compartir su vida con la meritoria faena de hacer zapatos cómodos, buscó horizontes a sus innatas aptitudes, lanzándose resuelto por los caminos laberínticos de transformar las fuerzas con aplicación a la marcha de los buques que cruzan los mares.
Evaristo, impulsado por el espíritu aventurero de la raza gallega viajó a América en el barco que lo transportó a las Antillas.En ese barco observó que para mover aquella masa flotante, se empleaban cientos de toneladas de carbón y un esfuerzo brutal de los paleros que cubiertos de sudor veíanse obligados a nutrir de combustible las insaciables bocas de las calderas de los navíos.
El viajero, ex constructor de calzados reflexiona un momento: veía ante sí desde la cubierta del buque, el mar inmenso y golpeando,.seguramente, la frente con una mano en un momento verdaderamente genial, exclamó: ¡¡Se acabó el carbón
¡¡.
En efecto el carbón está en el último periodo de su existencia, gracias al ingenioso y nunca jamás alabado en la proporciónque merece la magnitud de la empresa del proyecto de proporcionar movimiento a los buques que los mares surquen, utilizando la propia agua sobre la cual se mecen de un lado a otro del mundo.
Dentro de poco, la apocalíptica trompeta de la fama esparcirá a todos los vientos el nombre de nuestro convecino, mientras tanto sepan los lectores que dentro de las murallas de Lugo vive el privilegiado ser que no citamos expresamente ante el temor de herir su modestia a quien la humanidad va a ser deudora de la solución de uno de sus problemas que al mundo más interesan: el negro problema del carbón que tantos conflictos en todas partes ha producido y está, actualmente produciendo.
