Hay una gran confusión al utilizar la palabra refugiados para los emigrantes que llegan todos los días a la Unión Europea. Se mezclan consideraciones humanitarias con fronteras cerradas o abiertas para todos. Se desata una batalla ideológica entre quienes quieren permitir la acogida de todas las personas que desean vivir y trabajar en Europa y quienes los rechazan.
La Europa próspera que transmite la televisión e Internet ejerce un atractivo irresistible para millones de ciudadanos del mundo que padecen persecuciones o simplemente desean vivir mejor, tener un mejor futuro para si mismos o sus hijos. Incluso cuando saben que tan sólo van a recibir migajas de lo que para ellos es el banquete del rico Epulón.
Esta visión de Europa es muy simplista, pero muy poderosa, las conquistas europeas
han supuesto un esfuerzo gigantesco para millones de hombres y mujeres, que han construido lo que visto desde fuera es un paraíso del bienestar, el dilema que se suscita es si todos los habitantes del planeta pueden gozar de las mismas condiciones que los europeos.
Europa debe repartir sus conquistas sociales, pero no tiene que poner en peligro su actual bienestar, que es un espejismo, por otra parte, pues hay muchas luces y sombras. Sacrificios mayores para unos superiores para otros.
Es un asunto muy importante que no debe mezclarse con populismos o egoismos, sino ha de ser encarada con realismo, las Naciones Unidas propugnan para resolver este dilema la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible o una vida digna para todos para el 2030.
Europa debe compartir su bienestar,pero no tiene porque hacerlo en su territorio, debe impulsar el desarrollo, las mejoras en los países respectivos implementado mecanismos de ayuda, de cooperación para mejorar la educación, la sanidad, la vivienda, los sistemas de gobierno más democraticos, respetando las singularidades nacionales.
Es un reto que tenemos los ciudadanos del mundo, no sólo los europeos, sino también otros paises pujantes como China y Estados Unidos.
Otra cosa es la ayuda humanitaria puntual como es la asistencia a los verdaderos refugiados que describió magistralmente Victor Hugo en Los Miserables y que repiten todos los líderes religiosos comenzando por el Papa Francisco.
Sin una visión global, es imposible abordar seriamente la acogida y la cooperación con las poblaciones en riesgo del mundo. La mano tendida no significa desbordar nuestros países europeos, sino atajar de raíz los problemas que impulsan al exodo.
Separemos emigrantes económicos y refugiados. Puerta abierta de par en par a los refugiados y lógicas limitaciones a los emigrantes pues se deben respetar las fronteras y los países tienen derecho a proteger sus fronteras y establecer sus políticas de acogida.
Europa debe afrontar con inteligencia y generosidad esta aspiración universal de mejorar sus vidas, pero no puede por sentido común poner en peligro sus conquistas sociales. Se exige una cooperacion fraterna no un suicidio.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
