A veces hay que ir contra corriente. Se ha aplaudido unanimente el abandono de Rajoy para dedicarse a su actividad privada, recuperando su registro en Santa Pola. No comparto esta opinión. Creo que Rajoy se ha hecho el harakiri en un momento muy inoportuno.
Su gesto, que rezuma ejemplaridad es muy sorprendente. Un político de raza como Don Mariano no se retira, sigue al timón del barco y no lo deja desarbolado y sin rumbo.
No ha sido derrotado ha caído en la trampa de aprobar los presupuestos y facilitar la labor del intrépido y audaz Divino Pedro. Otros políticos han perseverado y llegan y vuelven al poder a la tercera y cuarta vez como López Obrador o Lula, sin olvidar a Mitterand.
En su suicidio le ha acompañado Albert Rivera,que se ha retirado al Aventino desconcertado por el golpe de mano de Sanchez y quedado sonado en un rincón del ring,anonadado.Su tipo de gobierno soñado de relumbron con independientes se lo ha hecho el audaz Divino Pedro,que también le he copiado su programa y se ha dejado anular.
Vivimos la hora de los piratas,Villegas los llama bucaneros,personajes sin escrúpulos que consiguen el poder a toda costa.Dos ejemplos Matteo Salvini y Pedro Sanchez.el primero con la bandera negra y la calavera contra la emigración y el otro aliandose con los indepentistas y los antisistema populista para conseguir el poder.
Ante esto Rajoy en vez de revolverse y seguir en el ruedo abandona dejando vía libre a
Sánchez para pagar, las treinta monedas, a quienes le auparon al poder. Traslada los presos políticos a Cataluña sin otra contrapartida que el apoyo recibido. Con la TVE pretende entragarsela a Podemos, para poder hacer cundir un escenario de España negra que le permita poner en práctica una agenda populista.
Es un momento de manos libres para los piratas de la nueva ola. Salvini cuestiona la Unión Europea y empieza a imitar la Plaza de Venecia de Mussolini. Sánchez hace girones de la piel de toro y hace promesas irrealizables, pone en peligro la estabilidad de España.
Es la hora de la audacia, de olvidar la prudencia, de bordear el precipicio. Rajoy y Rivera tendrían que contrarrestar este abordaje contra el sentido común y no hacerse el uno el harakiri y el otro el orgulloso aislacionista. Queda la vía libre. Sin más principios éticos que mantenerse en el poder se corre el peligro que ante la renuncia de ambos líderes nos veamos abocados al tragala y en definitiva a una política de gestos que no nos lleva a ninguna parte.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
