Queridos lectores os he hablado de María Callas y el culto al divo y ayer viendo como millones de aficionados a Ronaldo en Soichi en una fenomenal actuación tengo que proclamarlo Super divo, una prima donna en versión masculina.
Lo digo con pesar pues esperaba el triunfo de nuestra roja, la selección española que ayer vestía de blanco. Ronaldo era una saeta roja, moviéndose con una celeridad y una determinación como un tenor enfrentado al lucevano le stelle de la Tosca. Echaba chispas era increíble su fuerza y su compromiso, Yo Cesar.
Por cierto los aficionados españoles tenemos que felicitarnos por que finalmente la roja se haya españolizado con el nuevo ministro de deporte Guirao, con Rubiales el Presidente de la Federacion y con Hierro nuestro entrenador. Se termina el ciclo vascongado de Villar, Larrea y Lopetegui en que no se mencionaba la palabra España y se miraba para otra parte cuando los campos de fútbol se convertían en plataformas políticas en contradicion con la política de la UEFA o se silbaba al Rey o al himno nacional.
Volviendo a Ronaldo y su interpretación genial del papel de divo del fútbol mundial tuvo su paroxismo con el empate a tres,como preparó el lanzamiento, con los ojos que echaban chirivitas, llamaradas, como un kamikaze japonés, para salvar a la patria lusa y zas, zas, zas el balón supera la barrera y se instala en la red. El héroe exulta y lo rodean sus huestes abrazándole por su gesta heroica.
Desde la final de la Champions se ha puesto de moda el drama del portero, en aquel caso el portero teuton del Liverpool y ayer De Gea, que falló estrepitosamente en el segundo gol que no consiguió retener e hizo de convidado de piedra en el tercero. Habrá un mal fario, un diablillo malévolo que hace fallar a los porteros y propaga un mal fario.
De héroes y villanos así se resume a vuela prima esta crónica apresurada de un partido celebrado en la exótica ciudad balnearia de Soichi a orillas del Mar Negro, donde se cultiva el té en las laderas de las preciosas colinas, allí fue donde Ronaldo subió a los cielos futboleros y la roja se españolizó. Día memorable. La vieja Iberia tuvo su día de gloria.
Joaquín Antuña
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