Me ha emocionado la película sobre Maria Callas,la gran prima Donna de la ópera del siglo XX. Escucharla en "nessun dorma" de la Norma de Bellini es algo sublime, que te pone los pelos de punta. La sonámbula también de Bellini, Tosca, Traviata y todo el repertorio de Puccini, es el bel canto hecho mujer.
Esta neoyorquina de origen griego se convirtió en la diva más importante del siglo. Dominando el francés, inglés e italiano y articulando muy bien sus pensamientos que el film recoge con profusión, así como sus arias más importantes e imperecederas.
Emerge una personalidad poderosa, con la dualidad entre la cantante y la vida privada de la gran María, quien dice que no es compatible la felicidad familiar con una carrera exigente.
Su matrimonio con el médico de Verona Battista Meneghini, mucho mayor que ella y su agente y productor, se refleja a posteriori cuando naufraga este matrimonio del manager con la estrella, cuando aparece durante un crucero, en su yate Cristina, su nave de ensueño, Aristóteles Onassis, este cazador de mujeres famosas, con su encanto y su hombría
sin paliativos de griego rompe corazones. María sucumbe a esta pasión, lo que le acarrea dejar su carrera de diva.
Onassis se casa con Jacqueline Kennedy la viuda más famosa del orbe. Descalabro sentimental. Indignación. Dolorosa aceptación y perdón con un Aristoteles gravemente enfermo. Vicisitudes amorosas que se enlazan con la imagen pública y su motivación y compromiso como ídolo de multitudes.
Una vuelta a los escenarios en una gira triunfal, que sella una vida al servicio del bel canto, que después se cierra a los 53 años en su apartamento parisino. Entra en la gloria de los elegidos que trascienden a la muerte y caminan por las avenidas de la fama, Petrarca dixit.
Mezclando esta película con los recuerdos personales, asistí en Nueva York en el gigantesco de Radio City, 5000 de aforo, a la despedida de Frank Sinatra, una noche memorable con repaso por todas sus baladas coreadas por el público y al final un New York, New York, su testamento musical con el público puesto en pie.Tenia 80 años y falleció poco después. Inolvidable.
En Roma la diva en su última gira al borde ya de la tumba fue la diva portuguesa por excelencia, actuando en el Sistina, Amalia Rodrigues la diosa del fado. Se me quedaron marcadas sus fados más conocidos, con aquella pasión que Amalia poseía y transmitía a los espectadores.
En mi querida España Maria Dolores Pradera me evoca esta película de la Callas con sus boleros y en mi también querido México a Rocío Durcal con sus rancheras con quien departi en el hoy desaparecido Hotel Fiesta de Reforma. Se lo llevo un gran terremoto. Una frágil mujer con una voz llena de brío.
Esta magia de los divos, este magnetismo, este carisma es el que Maria Callas ha compartido, aunque ella desde la cumbre del Olimpo, con Frank Sinatra, Amalia Rodrigues, Maria Dolores Pradera y Rocío Durcal.
Un verdadero patrimonio de la humanidad.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
