Queridos lectores, ayer tuve una jornada agitada y antes de acostarme me tome una tila y he aquí que despierto sobresaltado a las tres de la mañana pensando en la existencia de Dios.
En los siglos XIX y XX hay fuertes corrientes intelectuales impulsadas por el siglo XVIII, el de las luces, que niegan la existencia de Dios, incluso
que pronuncian de forma apocalíptica que Dios ha muerto. El materialismo científico de un Ludwig Feurbach considerado el padre del ateísmo moderno, que considera a los dioses simples proyecciones de la mente humana.
El concepto de ateismo que nace en Francia en el siglo XVI, toma auge en la Ilustración con autores como Diderot y su Enciclopedia y el barón de Holbach. Posteriormente Marx y Engels sancionarán a la religión como el opio del pueblo y considerarían a la religión como creación del hombre.
En el hinduismo, el taoísmo y el budismo no puede hablarse de ateismo estricto, sino de leyes filosóficas en que el hombre forma parte de la naturaleza.
Las tres religiones del libro, judaísmo, cristianismo e islamismo son monoteístas y creen en la existencia de un dios único Jehova, Dios y Allah y cuando se habla de ateismo nos estamos refiriendo a la negación de este dios.
Hacer una expedición, un safari en busca de Dios nos rebela que es el pensamiento grecorromano donde empieza a ponerse en tela de juicio la existencia de Dios. Piénsese en Epicuro y en el mismo Ciceron.
Sigo durmiendo por fin y al despertarme leo estos apuntes un poco desordenados y precipitados que someto al examen de mis amables lectores.
Para un antiguo alumno de jesuitas no se plantea que Dios no exista. Convivimos con creencias religiosas. Estamos rodeados de iglesias y catedrales, los santos de nuestros nombres bíblicos nos acompañan toda la vida. En Santiago abrace en abril al Apóstol, en marzo asistí en Roma al Ángelus del Papa Francisco. La palabra Dios forma parte de nuestro lenguaje. Dios forma parte de mi familia.
Estamos rodeados de personas indiferentes,con vidas tan comprometidas con los sucesos de cada día y con sus vivencias personales,que no queda tiempo para pensar, ni meditar.
Gagarin el cosmonauta dijo que no vio a Dios en sus correrías espaciales, nuestros políticos son to casi todos ateos o agnósticos, salvo los chicos del impasible Rajoy, la religión convive con el laicismo. El amor y la familia levantan el lazo de unión para ellos yugo y lo secularizan.
La informática, sus celulares, sus drones, sus robots de la era digital tienen inteligencia artificial con sus nuevos mitos, que nos introducen en una selva muy tupida, donde es difícil contemplar la existencia de Dios.
Llega el alba y mis disquisiciones se van evaporando y me hacen salir de mi ensueño y ya despierto considerar que en la Declaración Universal de Derechos Humanos se defiende la libetad de creencias.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
