El héroe del momento es manchego, humilde, sencillo y un genio del futbol. Se llama Iniesta el jugador de fútbol que entró en la leyenda cuando marco el gol contra Holanda en la final del Mundial de Sudáfrica y se ganó la admiración de millones de aficionados al fútbol de todo el mundo.
Iniesta es una parábola perfecta de la Cataluña actual, que ha
incorporado millones de "charnegos", que le han dado brillo y esplendor. Un jovencito pequeño, bajito casi canijo, que como una crisálida se convierte en majestuosa mariposa.
Otro chico, casi un gamin, como les llaman en Colombia, enclenque, chaparrito, con problemas de crecimiento y acogido por "La Masia" ese vivero de jóvenes talentos del Barsa, se convertirá con el paso de pocos años en la estrella rutulilante del planeta balompédico, Lionel Messi el rosarino argentino.
Son vidas paralelas que podría glosar un Plutarco moderno, que llenan páginas enteras de las crónicas deportivas, ambos empleando el español como idioma y siendo muy parcos en sus expresiones, hablan solo con los pies. No se entrometen en política, ni tienen opiniones dignas de mencion. Son personajes a rueda única, a piñón fijo.
Este sábado del 21 de abril de 2018 Andrés Iniesta, el mago de Fuentealbilla, recibe de manos del Rey Felipe VI, la copa de campeón de España, su copa del Rey. El monarca le abraza y Andrés se escapa fugitivo, como si fuera una jovencita mexicana sin su chaperon, todo el Estadio Wanda Metropolitano ruge en un aplauso, como minutos antes de acabar el partido su entrenador el juicioso extremeño su entrenador Valverde lo retira entre una extraordinaria ovación de perdedores y ganadores fundidos por la admiración del ídolo.
Recuerdo una película italiana, los héroes del domingo, que revivo mientras veo el partido en mi casa de Argüelles, aunque aquí no hubo remontada gloriosa, sino victoria apabullante de los azulgranas y algunos retazos políticos, menos que en otras ocasiones, pero si ha habido en este sábado futbolero, un héroe con todas las letras y el nombre completo, Andres Iniesta, que como Garibaldi puede ostentar el título bien merecido de héroe de dos mundos.
Ahora nos cuentan que se va a China para redondear su carrera y
conseguir exportar sus vinos manchegos al Imperio de en Medio. Se irá con su modestia habitual, su peluquera catalana y sus hijos, convirtiéndose sin duda en fabuloso embajador de los vinos de La Mancha.
Su pasaporte, sus goles, su hombría de bien, su timidez, su integración en Cataluña que no se entendería sin la aportación de los que nacieron fuera, como la Arrimadas e Iniesta, que conservan su españolidad en medio del delirio de dos millones de abducidos por un nacionalismo pueblerino, xenófobo y racista.
Iniesta, como aficionado, aunque sea de un equipo rival te manifiesto y conmigo miles de ciudadanos mi rendida admiración, por tus artes deportivas y por ser un ciudadano ejemplar. Con Johannesburgo en el recuerdo recibe un fuerte abrazo.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
