Puede el zorro o su digna compañera cuidar de las gallinas. Es la pregunta del millón. A no ser que estos zorros debidamente alimentados se vuelvan inofensivos o las gallinas aprendan técnicas de resistencia no violenta. A primera vista es tarea imposible.
Como es posible que quienes son antisistema, antitodo, se ocupen de dirigir a las fuerzas del orden, para ellos desorden. Quieren que todo salte por los aires y se lleve en una espiral a ejércitos, bancos, iglesias, multinacionales, familias y se instale un sano comunismo libertario resucitando las indispensables checas para reeducar al personal.
Viene esta soflama a cuenta de los lamentables sucesos del barrio de Lavapiés, que de albergar a La verbena de la Paloma ha pasado a ser el covo de Podemos y sus libertarios de cartón piedra.
Unos policías municipales atienden a un mantero que sufre un infarto apenas recogido precipitadamente su manta. Las instrucciones que estos agentes reciben de sus amorosos mandos es hacer la vista gorda por razones humanitarias, a pesar de las repetidas protestas de los comerciantes de la zona.
Se trastoca la verdad, la tan traída y llevada posverdad, y de auxiliadores pasan a ser agresores, lo que es el pretexto para la bulla y destrozos en coches y mobiliario urbano. Diversión de progres acostumbrados a que Papa Estado corra con sus locuras y abonen las facturas por sus ansias de acabar con el capitalismo, y de paso poder seguir viviendo del cuento.
Si el propósito de la educación es elevar la cultura popular, estos ignorantes, que no saben hacer ni la o con el canuto, valga la expresión, intentan embrutecer al pueblo, para que se convierta en plebe y pueda pastorearse mejor.
Para Passolini los policías eran los verdaderos proletarios, los hijos de familias pobres, que buscan una promoción social en el servicio a los demás.
En Inglaterra el bobby, el policía es tu amigo, en Lavapiés es tu enemigo.
Joaquín Antuña
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